Miércoles 11 de febrero de 2015
La palabra "teoría" es una de las que más dificultan la comunicación entre científicos y quienes no lo son. En el lenguaje común, es frecuente la frase "es sólo una teoría" para referirse a una idea, una conjetura o una especulación cuya validez no está establecida. Por eso, si un científico habla de la "teoría de la evolución", esto hace pensar a muchos que es una idea –quizás buena y no descartada– pero tan válida como cualquier eventual alternativa. En este caso, por ejemplo, la creación de todas las especies, en su forma actual, por un acto divino. Pero esto no es lo que quiso decir el científico. Entonces, ¿qué es exactamente una teoría científica?
"Lo más incomprensible del universo es que éste sea comprensible", escribió Einstein. Con esto se refería a que, cuando se ha estudiado con detención un conjunto de fenómenos, haciendo variados experimentos y buscando relaciones lógicas entre ellos, eventualmente surge una "teoría": un grupo pequeño de "leyes" que dan sentido a todos estos fenómenos y pueden aplicarse a muchos otros, haciendo así predicciones verificables.
Así, por ejemplo, la Mecánica Clásica surgió de la observación precisa del movimiento de los objetos del Sistema Solar y de muchos experimentos realizados en la Tierra. Todos ellos pudieron "reducirse" a las tres "leyes de Newton" y la ley de gravitación universal, que forman el núcleo de la teoría. Ésta es usada diariamente para predecir fenómenos tales como eclipses, la existencia de Neptuno –en el siglo XIX–, o para planificar proyectos tecnológicos, desde puentes colgantes hasta viajes interplanetarios. De esta forma, es puesta a prueba día a día, sobreviviendo exitosamente ya más de 300 años. Esto la distingue, por ejemplo, del modelo de epiciclos de Ptolomeo. Para que éste pudiera seguir describiendo mediciones progresivamente más precisas, hubo que aplicarle sucesivas correcciones que lo hacían más y más complejo. Esto claramente lo descalifica como teoría científica.
Los éxitos de la Relatividad General hace justamente 100 años mostraron que la Mecánica Clásica no era "la última palabra". La "nueva" teoría, aunque es muy distinta, menos intuitiva y más compleja, reproduce todos los éxitos de la Mecánica Clásica y tiene un dominio de validez mucho más amplio. Sin embargo, esto no invalida ni deja obsoleta a la teoría "antigua"; sólo delimita el rango de fenómenos a los cuales es aplicable. La Mecánica Clásica sigue –y con seguridad seguirá siendo– la base de gran parte de la física y astronomía y la teoría usada por ingenieros estructurales y mecánicos para hacer sus diseños, lo cual justifica que sea ella, antes que la Relatividad General, lo que se enseña en nuestros programas de estudios escolares y universitarios.
Una característica paradojal de las teorías científicas es que su fuerza radica en su vulnerabilidad: Predicen muchísimos fenómenos, y nunca podremos verificarlos todos, por lo tanto la validez de la teoría nunca se puede demostrar. Por otro lado, si en algún caso falla, no queda otro remedio que desechar la teoría o, al menos, restringir su dominio de validez. El que aun así algunas de ellas puedan sobrevivir por siglos justifica plenamente el asombro de Einstein ante la "comprensibilidad" del universo.
Estas teorías que sobreviven el constante escrutinio son la base sobre la cual se construye la ciencia y la tecnología; sin duda muchísimo más que una idea o una especulación.