Miércoles 9 de septiembre de 2015
Desde que Galileo apuntó al cielo con su telescopio en 1609, el avance de la astronomía ha sido continuo. Este progreso tomó a partir del inicio del siglo XX –especialmente con el uso de la fotografía y posteriormente de los CCD o cámaras digitales– un ritmo impresionante. Así, sólo en los últimos diez años ha habido un número similar de descubrimientos a los que hubo en los 50 ó 60 años precedentes.
Sin embargo, hay una variable en las observaciones astronómicas que no ha cambiado mayormente: la naturaleza estática de la información que se obtiene. En efecto, prácticamente el 90% de la astronomía que registra los fenómenos y objetos astronómicos se basa en imágenes tomadas por grandes telescopios. Pero si queremos estudiar el cambio temporal de lo encontrado o buscar nuevos objetos donde antes supuestamente no los había, debemos volver a observar la misma zona del cielo una y otra vez. Y en la mayoría de los casos con telescopios con un campo de visión pequeño, lo que limita el área de trabajo.
Por ejemplo, hasta ahora, el estudio de supernovas ha sido realizado por grandes equipos de trabajo, donde se establecen colaboraciones para observar durante el año una enorme cantidad de veces diferentes zonas del cielo. La esperanza está en que alguna de las imágenes obtenidas muestre una estrella brillante nueva tras observar una de las galaxias por segunda o tercera vez. Este método es tedioso, pero además muy caro en términos de tiempo de observación.
Dentro de unos pocos años, se instalará en Chile un telescopio que cambiará radicalmente la naturaleza de las observaciones antes descritas y será el punto de partida para una nueva astronomía. El telescopio Large Synoptic Survey Telescope (LSST) no es mucho más grande que los ya existentes, pero su óptica lo hace revolucionario.
Se trata de un conjunto de espejos más una cámara que permitirán obtener imágenes extraordinariamente grandes. Cada una de ellas tendrá un tamaño proyectado en el cielo equivalente a unas 40 lunas llenas, cientos de veces más grande que una imagen típica obtenida con un telescopio del mismo diámetro (8,5 m). Para lograr esto el LSST tendrá la mayor cámara CCD existente con ¡3.200 megapixeles! Esto permitirá observar todo el cielo del hemisferio sur cada seis noches, una tarea simplemente imposible de realizar hasta ahora. Esto quiere decir que se podrá encontrar todo objeto variable –o que se mueve–, en la totalidad de la bóveda celeste cada seis noches, permitiendo descubrir ¡10 millones de objetos variables en brillo o posición (por ejemplo asteroides del sistema solar) por noche!
Esto abre la ventana a descubrimientos insospechados y, al mismo tiempo, al dominio del universo variable de manera radical: aspecto en que la astronomía ha estado estancada prácticamente desde sus inicios.
Curiosamente el desafío más importante de esta nueva astronomía, no serán las observaciones mismas, sino el tratamiento de los datos masivos. Cada noche el LSST generará 15 terabytes o 15.000 gigabytes. Este desafío se dividirá tanto en el análisis estadístico de los miles de millones de objetos contenidos en las imágenes –que incluye cambios de posición y brillo–, así como el transporte de dichos datos de un lugar a otro. Será necesario tener fibras ópticas muy avanzadas y gruesas, y equipos que sean capaces de analizar grandes cantidades de datos de manera continua y rápida.
Un desafío astronómico y tecnológico en el cual Chile está trabajando en forma activa –en las discusiones científicas y tecnológicas– para superar los grandes desafíos que ya han comenzado a dar lugar a la nueva astronomía.