Y de tanto odiar al mundo, éste la terminó amando. Desde EE.UU hasta Tokio.

Emily se transformó en icono de la cultura anti cool. Siguieron así apareciendo artículos como poleras, bolsos, loncheras, stickers, pin ups, posters y ropa interior, todos luciendo la cara inexpresiva de esta niña de trece años.

La fama de esta chica extraña obligó, a Rob Reger y sus amigos, a darle más vida al comic. Emily comenzó a tener un carácter más fuerte, opiniones más ácidas y gustos más definidos. Comenzó a estar rodeada siempre de sus gatos, Mystery, NeeChee, Sabbath y Miles y acompañada de frases que parecen estar sacadas de cancioneros.

Finalmente, el sueño se hizo realidad. La chica terminó facturando millones. Sólo en EE.UU. las primeras dos publicaciones vendieron 130.000 copias y una de las ediciones fue traducida a 5 idiomas diferentes.

Hoy, Emily ha sido tatuada, es motivo para redecorar piezas enteras de adolescentes que sueñan con ser esa niña extraña y objeto de culto de, nada menos, personalidades como Julia Roberts, Britney Spears y Björk.

En junio se publicó el tercer libro llamado “Emily´s Good Nightmares” (Las buenas pesadillas de Emily), y ya se anunció un libro de comics y, era de esperar, el debut de Emily en la pantalla grande a cargo de Twentieth Century Fox.




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