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Greta Garbo era una mujer decidida. Se propuso brillar en el celuloide y lo consiguió en un breve tiempo, tan corto como su exitosa carrera y sus cuatro nominaciones al Oscar.


Estando aún en Suecia comenzó a filmar cintas publicitarias como modelo el año 1920. Apareció en “Mr. and Mrs. Stockholm” ese año, “How not to dress” y “A happy knight”, ambas en 1921, y “Peter, the tramp”, en 1922.

De ahí saltó al celuloide con “La saga de Gösta Berling” y “La calle sin alegría” donde compartió por breves minutos la pantalla con la diva alemana Marlene Dietrich, aunque esa escena nunca fue vista el público.

Ya en Estados Unidos, en 1925, incursionó rápidamente en películas que la hicieron conocida. En “El torrente” protagoniza un melodrama dirigido por Monta Bell y basado en una historia de Blasco Ibáñez. Al año siguiente repitió casi el mismo papel en “La tentadora”.

Pero en 1927, bajo la dirección de Clarence Brown, interpretó a una condesa húngara en “El demonio y la carne”, cinta que la lanzó definitivamente al estrellato y en donde compartió roles con John Gilbert. No obstante, algunos mencionan la cinta “Amor” como previa y en donde también participó Gilbert.

De ahí vino una suerte de trilogía: “La mujer divina” donde es una parisina, “La dama misteriosa”, donde se convirtió en una espía rusa y “La mujer ligera”, todas de 1928. El año siguiente filmó “Orquídeas salvajes”, “Tentación”, donde personificó a una esposa sumisa que quiere libertad, y “El beso”, su última cinta en cine mudo.

“La Garbo habla” fue la frase con la que se promocionó su primera película sonora, “Anna Christie”, en 1930, que le valió su primera nominación al Oscar como mejor actriz. Luego, vinieron “Romance”, “Inspiración”, “Love business”, “Susan Lenox” y “Mata Hari”, la película más recordada y en donde se lució como la espía alemana que seduce a un general ruso.

El año 1932 se estrenó con “Gran hotel” junto a John Barrymore y Joan Crawford, seguida de “As you desire me” y “La venus rubia” de J. von Sternberg con quien también hizo “Fatalidad”.

Con “La reina Cristina de Suecia”, (1933) volvió a actuar con John Gilbert bajo la dirección de Rouben Mamoulian, quien también la dirigió en “El cantar de los cantares”.

Durante 1934 se exhibieron “El velo pintado” y “Capricho imperial” y al año siguiente “Anna Karenina” y “El diablo es una mujer”, la cuarta película donde estuvo bajo el mando de Von Sternberg.

En el drama “La dama de las camelias” (Camille), de 1936, basada en la novela de Alejandro Dumas, compartió set con el estupendo Robert Taylor y en “Conquista”, de 1937, actuó de condesa junto a Charles Boyer, en el papel de Napoleón.

Greta Garbo logró su objetivo de personificar a una mujer liberada del todo en “Ninotchka”, en 1939, donde apareció con corbatín negro y blusa blanca, nada más lejano a sus románticos papeles anteriores. Esta comedia fue la única que logró sacar a la actriz sueca de los roles distantes, tanto que la publicidad se hizo con la frase “la Garbo ríe”. Ésta le valió su cuarta nominación al Oscar.

Dos años más tarde, culminó su carrera con “La mujer de dos caras” donde encarnó a una americana tipo que sigue a su marido a Nueva York, la misma ciudad en donde la diva decidió retirarse en 1941.