MARCELO ARAYA:
"SENTÍ QUE MORÍA EN IRAK"
El periodista Marcelo Araya fue trasladado a la frontera de Irak con Jordania junto a su equipo del programa Informe Especial de Televisión Nacional, dos días después que se iniciaran los bombardeos sobre Bagdad. Eran el único medio latinoamericano que pudo entrar a Irak, pese a que después serían expulsados.
La noche del 17 de enero de 1991, Araya se encontraba refugiado en
un búnker bajo el hotel cinco estrellas de Bagdad, junto
a un gran número de periodistas de todo el mundo. "Nos
apoyábamos contra el ascensor y podíamos escuchar
las explosiones de los misiles lanzados por Estados Unidos".
La adrenalina causada por la tensa situación hacía olvidar el miedo, explica Araya. Sin embargo, reconoce que temió por su vida cuando fueron abandonados en la frontera.
"Al llegar, nos pidieron las cintas de grabación, pero yo me negué a entregarlas. Entonces el guardia iraquí, que no entendía para nada el inglés, me apuntó con su ametralladora y sacó el seguro", recuerda emocionado el periodista.
"Un traductor me dijo: 'Vas a perder las cintas y tu vida', y eso me hizo reaccionar. Yo no fui a la guerra para morir, así que les pasé todos los videos". Araya reflexiona un momento. "Ahí sentí que me moría", agrega.
Sólo gracias a la ayuda del embajador chileno en Jordania, Nelson Haddad, Araya y su equipo pudieron trasladarse a la capital jordana, Amman, donde trataron de seguir cubriendo la guerra.
"Haddad nos fue a salvar. Botados en el desierto, con hambre, y ver que llegaba a buscarnos un vehículo chileno, un pedacito de nuestra tierra, fue muy emocionante", dice Araya.
A pesar de esa difícil situación, el periodista asegura que durante los bombardeos no sintió miedo. "Es que ése es el momento que uno anda buscando como periodista. A eso fuimos a Bagdad, a tratar de retratar la guerra desde adentro, desde el sufrimiento de las personas, de la destrucción que causa un enfrentamiento armado".
"Yo no me puedo explicar, después de doce años, el por qué Estados Unidos, teniendo la posibilidad de derrocar a Hussein, quien claramente tiranizaba Irak, lo dejó en el poder".
Ahí se demuestra, dice Araya, que la potencia norteamericana, "aún siendo un país democrático, nos tiraniza a todo el resto. En esa oportunidad nos hizo querer la guerra contra Irak, pero no sacó a Hussein como todos pensamos, porque eso habría causado inestabilidad en la zona, en especial pensando en los intereses petroleros de Estados Unidos".
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