Proton es una marca que hizo ruido en el mercado automotriz chileno hace algunos años. De construcción malaya, levantados sobre plataformas de Mitsubishi y con motores licenciados de esa misma fuente, eran autos que se ganaron el cariño de sus usuarios a pesar de lo efímera que fue su presencia.
Ahora, de la mano de Andes Motor, perteneciente al grupo Kaufmann, la marca busca reencender los rescoldos que quedaron de su primera incursión con dos modelos totalmente nuevos.
De hecho, Proton regresa a Chile para intentar jugar en las ligas mayores confiado en obtener buenos resultados. El éxito en su gestión a nivel global quedó refrendado luego de adquirir Lotus, la marca de deportivos británica.
Dos modelos
Su regreso al país se verificó con dos modelos: el Exora, un monovolumen compacto y el modelo que nos ocupa ahora, el Prevé, un sedán de segmento C.
Es bastante obvio que con estos dos productos Proton pretende acceder el segmento familiar de clase media y, en ese sentido, la propuesta del Prevé es la de un sedan de proporciones muy clásicas y bien definidas.
Lo que más caracteriza el diseño externo de este modelo es la limpieza de sus líneas y la perfecta armonía de las mismas. No hay asperezas, no hay pliegues de más, no hay nada que sobre.
Es cosa de mirar la proa de este Proton Prevé MT Executive (precio de lista $12.490.000), por ejemplo, donde los focos trapezoidales encajan perfectamente con la máscara sin barroquismos ni sobredibujos.
La parrilla es sencilla y carente de complejidades, mientras que los sutiles perfiles del casco por el costado dan el toque justo de fortaleza visual al conjunto. Incluso, la popa puede ser calificada de brillante en su delicadeza. O sea, y para decirlo en breve, es un auto bonito.
Pero eso no es suficiente a veces. El Proton Prevé no es el único auto bonito que hay en el segmento y para que la gente se fije en un auto cualquiera de entre tantos hay que tener un poder de asombrar cada vez mayor.
Algunas marcas generalistas, como las coreanas y algunas europeas, por ejemplo, se juegan por un diseño mucho más distintivo; otras se diferencian por su relación precio-equipamiento, pero el Proton Prevé se queda en el promedio.
El interior no es conceptualmente diferente al exterior. Tiene las proporciones y partes clásicas en este rango de sedanes, con un módulo de instrumentos encerrado en una cuna semielíptica, con su pantallita de datos al centro, flanqueada por el velocímetro y el tacómetro.
Al centro del panel, una consola que alberga los sistemas de entretenimiento y clima. El primero es muy poco intuitivo (de hecho no dimos nunca con el mando para cambiar el balance del audio) y se opera con teclas al viejo estilo, ya que la pantalla táctil queda reservada a la versión cúspide que se vende por más de $14 millones (precio de lista).
Las terminaciones son muy buenas aunque la calidad de materiales es sencilla. El espacio en las plazas traseras es adecuado para tres personas y el maletero es muy amplio, pues supera los 500 litros de capacidad.
Tras el volante del Proton Prevé la marcha se siente igualmente promedio. Su maquinaria propulsora es muy tradicional con un motor de cuatro cilindros de 1,6 litros que produce 107 caballos de fuerza y 150 Nm de par máximo. Se gestiona con una caja de cambios manual de 5 marchas.
Mientras que la variante más cara puede gozar de un motor turbo de cilindrada parecida, la versión probada se muestra justa en sus respuestas. No es un auto lento, pero tampoco sorprenderá a nadie.
Su mayor virtud es que motor y caja dialogan bien, de forma que las fases de aceleración, enganches y recuperaciones se puede hacer con fluidez y suavidad. Es un motor que acelera de manera pareja, sin esos cambios de ritmo con los que atormentaban antes los motores multivalvulares.
En suma, el Proton Prevé Executive cumple con su misión de transportar correctamente a una familia y sus equipajes, pero la falta de un factor de asombro le impide sobresalir del mar de modelos que hay en este segmento, mientras que su precio de lista, pensamos, es algo elevado.