Fue presentada como nueva, pero en realidad se trata de una actualización o un facelift como les gusta decir a los anglófilos.
La Volkswagen Amarok ha sido desde su presentación en 2011 un verdadero éxito para la marca alemana. Más de 400 mil unidades vendidas en todo el mundo y una participación promedio de 20% en su segmento en los mercados de América Latina.
Lo que ahora se nos muestra en El Calafate, sur de Argentina, es un modelo en el que, sobre todo, se buscó alinear el estilo del modelo al lenguaje de familia que se ha estado viendo en la generación más reciente de la gama VW.
Estos cambios se ven en el exterior, donde la máscara luce unos travesaños cromados y una rejilla en la parte baja con diseño apanalado, así como luces antiniebla de nuevo diseño.
Aun cuando se trabajó intensamente en el nuevo diseño, la verdad es que podrían pasar fácilmente inadvertidos. Es que el diseño de la Amarok es lo suficientemente atemporal como para que cualquier cambio sutil pase inadvertido. Antes se veía bien, ahora también. Pero el ciudadano de la calle no podrá distinguir de buenas a primeras una Amarok antigua de una de las nuevas.
Si algo puede decirse del efecto de este nuevo frontal, es que le da más vida a la camioneta. Se ve más deportiva e interesante, pero no deja de tener el carácter de siempre. Sí, hay faros de xenón en la versión Highline, cámara de retroceso y otros detalles así, pero tampoco saltan a la vista.
Cambios internos
En el interior es otra historia. Volkswagen decidió cambiar por completo el panel frontal. Esto se nota especialmente en la consola central, que eliminó las salidas de aire redondas para reemplazarlas por unas más rectangulares.
Se agregó una pantalla táctil de 6 pulgadas para gestionar el sistema de infoentretenimiento –la gran adición al modelo en materia de equipo- y se le sumaron algunas mejoras en los revestimientos con franjitas cromadas aquí y allá.
Los asientos ahora son más delgados para mejorar el espacio para las piernas de los pasajeros que van atrás. Estos, sin embargo, no recibieron mejoras en materia de comodidad general de forma que los respaldos todavía son demasiado verticales como para igualar la comodidad del habitáculo de un SUV, por ejemplo.
En la marcha
Los organizadores de la presentación de la Amarok 2017 presentaron una ruta de prueba que combinó carreteras de buen pavimento con un recorrido off road bastante exigente. En las primeras, y no es novedad, el modelo se comporta agradablemente. Para ser un vehículo de una tonelada de carga la suspensión trasera no rebota y mantiene el balance con la delantera.
Fuera de la carretera, la Amarok se mueve como un todoterreno puro. La versión probada, con motor de 2 litros turbodiésel con 180 caballos, está dotada con un sistema 4x4 con diferencial Torsen, que esencialmente funciona de acuerdo a la demanda, pero permite un bloqueo mecánico para que todas las ruedas giren iguales. Aunque no tiene reductora, responde bastante bien a toda clase de superficies, incluyendo arena profunda y vadeo.
El gran protagonista de este sistema es el control de descenso, que vuelve las bajadas muy pronunciadas en terreno deslizante un placer de seguridad, al mantener la velocidad sin necesidad de presionar el freno.
Notable fue que a pesar de transitar por arena muy blanda, no fuera necesario bajar la presión de los neumáticos (tipo AT de Pirelli).
En suma, la “nueva” Amarok en realidad no es tal, pues se trata de una actualización que le queda bien. Lo esencial se mantiene y lo que se mantiene funciona bien, como siempre.