El Changan CS75 es uno más de la miríada de SUV compactos y otros no tanto que están inundando el mercado chileno últimamente. Este modelo, además, representa la más reciente camada de modelos de este tipo provenientes de China y, por tanto, forma parte de lo mejor que nos puede entregar esa industria.
Y no tienen poca razón aquellos que invocan constantemente a los SUV para buscar el éxito en Chile. Según las cifras a octubre de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (AAC), el 27% de los autos nuevos vendidos localmente son SUV o crossovers.
El CS75 debe su diseño a la última generación de modelos de esta categoría y en este no hay ripios ni dudas en cuento a la buena calidad de los trazos. No pocos encontrarán algunos homenajes sinceros al Range Rover Evoque, especialmente en el frontal y tal vez a algún modelo coreano en la parte trasera, pero en términos generales se trata de un auto lo suficientemente original.
Claro, se puede seguir alegando cierta falta de identidad, pero para eso tiene al frente, bien grande, el nombre de la marca. El resto lo hará el tiempo.
El interior no es que rompa esquemas tampoco, pero con un panel de instrumentos bien compaginado, intuitivo y agradable a la vista y al tacto, basta y sobra. La materialidad es variable, eso sí: hay buenos plásticos en algunas superficies y en otras no tanto, pero dada la calidad de los ajustes y otras terminaciones, el habitáculo del CS75 está al nivel de otros modelos de origen japonés o coreano.
Calidad de manejo
En cuanto a la calidad de rodadura, es sorprendentemente equilibrada. Se trata de una buena plataforma, con suspensiones ajustadas en un exacto punto intermedio entre lo deportivo y la comodidad urbana. Las plazas delanteras son correctas, mientras que el espacio para los pasajeros de la segunda fila es muy bueno, amén de los 2,7 metros de distancia entre ejes.
El Changan CS75 se vende con una sola opción de motor. Es un gasolinero de 2 litros recientemente diseñado por la propia Changan, que lo llama BlueCore. Tiene 156 equinos de fuerza y es aspirado. Esta es una de las claves de su funcionamiento, pues al prescindir de los turbos que a algunos competidores les ha dado por usar, resulta en una entrega de poder pareja y predecible.
Unido a la caja de cambios manual de 6 marchas, permite un funcionamiento suave y sin prisas, que se pone un poco más alegre por encima de las 2.500 rpm. No es una bala de cañón, pero es respetable.
Un apunte extra para el tema de la seguridad. La versión probada, Luxury, con 6 airbags, ABS y control de estabilidad electrónico, destaca entre sus similares en precio y eso siempre debería ser un factor de decisión.