General Motors perderá hasta US$9.000 por cada Chevrolet Bolt que salga de los concesionarios cuando este vehículo eléctrico comience a ser vendido.
Esto se debe a que California, con normas estrictas de aire limpio, estableció que los fabricantes están obligados a vender vehículos no contaminantes si desean vender el resto de sus gamas con propulsión convencional. Otros nueve Estados siguieron la iniciativa californiana, entre ellos Nueva York y Nueva Jersey, y juntos representan cerca del 30% del mercado estadounidense.
Esto explica en gran parte por qué hay modelos sin emisiones de más de diez marcas en las calles y se vienen más. La mayoría ocasionará pérdidas a sus fabricantes, pero para los consumidores significarán grandes ofertas conforme las compañías los lanzan al mercado para cumplir sus metas.
Aunque el gobierno de Trump podría diluir programas federales que apuntan contra los autos que desprenden dióxido de carbono, California no dará marcha atrás. El Estado más poblado del país es una potencia lo suficientemente grande, pues aproximadamente uno de cada ocho vehículos nuevos de Estados Unidos, se patentó ahí en el primer semestre del año, que las empresas seguirán fabricando modelos eléctricos por el privilegio de vender el resto de sus líneas.
“California seguirá haciendo de contrapeso, como centro de gravedad, para las políticas de aire limpio y clima en Estados Unidos”, dijo Levi Tillemann, autor de “The Great Race” (“La Gran Carrera”), un libro sobre el futuro de la tecnología automovilística.