El Chevrolet Prisma es la variante de tres volúmenes del Onix, y como este es uno de los modelos de la última y muy prolífica familia que Chevrolet ha lanzado en los últimos meses.
El tema es que aprovechando que las fábricas brasileñas están más dispuestas a ofrecer buenos precios, dada la lamentable debacle del mercado doméstico, nos están llegado modelos como el Prisma, que ya tenía unos años de historia en el Mercosur.
Tal vez por eso es que su puesta en escena resulta en principio algo fuera de tono con lo que estilan marcas europeas y asiáticas en el mismo segmento. En efecto, el Prisma luce más voluminoso y de diseño menos refinado que algunos de sus contendores. Si bien con esto último no hay nada que hacer pues la suerte está echada, el volumen extra que ofrece resulta ser de lo más práctico.
Resulta que en casi 4,3 metros de largo total y una distancia entre ejes de 2,52 m se encuentra uno de los sedanes de segmento B más habitables del mercado. El habitáculo es alto, dejando más que suficiente espacio para las cabezas de ocupantes altos, mientras que el espacio para las piernas atrás es adecuado. Además, el conductor encuentra que la posición de manejo es alta y la visibilidad, buena.
El panel de instrumentos muestra cierta modernidad gracias al velocímetro digital y, sobre todo, al sistema de infoentretenimiento MyLink, que además de gestionarse mediante una atractiva pantalla táctil de 7”, está entre los de manejo más sencillo del mercado.
Dicho eso, cuando se pasa de los efectos especiales, el usuario se encuentra con un entorno donde el panel de instrumentos, los revestimientos de las puertas y las tapicerías son de una materialidad muy simple. El tacto es un sentido que no goza en el Prisma.
Además, el desajuste entre una línea del panel frontal y uno de la puerta es una pesadilla para los obsesivo-compulsivos.
No obstante, es la practicidad la que sigue imponiéndose. El maletero es catedralicio. Tiene 500 litros y, mejor que eso, la bóveda es muy aprovechable gracias a que es casi cúbica. Dos maletas grandes caben sin problemas, junto con un par de mochilas o bolsos. Con este espacio, no hay que escatimar con el cachureo de las vacaciones.
Cosas de manejo
El manejo es lo esperable en este segmento. Con un motor de 1,4 litros y 97 equinos de poder, el Prisma no puede ofrecer más que unas respuestas sosegadas, matizadas por alguna vibración excesiva en ralentí y por las ligeras sacudidas provocadas por el paso de marchas de la caja automática. Esta, con seis cambios, tiende a sobrerrevolucionar al motor y eso no suele ser bueno para el consumo.
En nuestros recorridos, los rendimientos fluctuaron entre 11,7 y 12,2 km/l, lo que no es para tirar fuegos artificiales en esta categoría.
En suma, el Chevrolet Prisma cumple a la perfección con su misión de ofrecer una solución de transporte eficaz para una familia de cuatro personas.