SANTIAGO.- Steve McQueen fue uno de los mayores íconos del cine y del automovilismo. Y no solo porque haya protagonizado la película “Le Mans” de 1971 o haya conducido él mismo un Mustang en la que, según los fanáticos, es la mejor secuencia de persecución de autos de la historia del cine (Bullitt, 1968); sino porque fue un amante de estas máquinas como pocos.
La pasión Steve McQueen por los autos nació donde vino al mundo, en Beech Grove, Indianápolis, ciudad que alberga un mítico circuito oval. La fama que logró como actor le permitió satisfacer su afición al convirtiéndose en un coleccionista eximio.
Entre los autos que formaron parte de su colección y aquellos que pasaron por sus manos en películas, queda patente una buena parte de la historia del automóvil.
Varios Porsche fueron parte de la vida de McQueen. Entre ellos, el más importante fue un Speedster de 1958, porque fue su primer auto nuevo y el primero con el que participó en una competición organizada y el primero con el que ganó una carrera, en Santa Bárbara, California, en 1959.
También vale la pena mencionar el 911 S que adquirió nuevo en 1968 y que mantuvo en su poder hasta su muerte en 1980. También está el 911 S que aparece en los primeros minutos de la película “Le Mans”, en la que McQueen encarna al piloto Michael Delaney, atravesando la campiña francesa. Es un modelo del año 1970, muy parecido al anterior.
También se emplearon varios Porsche 917 K durante el rodaje de “Le Mans” en 1970. Tres de ellos (con los números 20, 21 y 22) lucían el famoso logo azul y naranja de la petrolera Gulf Oil. La productora adquirió el Porsche número 20, con la idea de que McQueen lo pilotara en la edición de ese año de la mítica carrera, pero la idea fue desestimada por riesgosa.
Modelos clásicos
Entre los modelos más exóticos que tuvo McQueen estuvo un Cooper T-52 de Fórmula Junior. Con él ganó algunas carreras en 1962, antes de ser obligado por los estudios a colgar el casco. Y si se trata de clásicos, un gran ejemplo fue un Hudson Wasp de carrocería coupé y dotada de carburadores dobles “Twin H-Power”.
Otro clásico fue su Lotus 11 de 1959, que fue su primer auto de carreras que podía llevar tal nombre. Con él disputó varias carreras, ganando algunas. Y no se puede quedar en el tintero un Ferrari 250 Lusso de 1963 que fue vendido por US$2,3 millones en un remate en agosto de 2007.
McQueen también tuvo en sus manos un Mini Cooper S 1275 de 1967, que en eses tiempo era uno de los más rápidos de esa marca. Esta unidad fue muy personalizada por el actor, al que cambió el color verde original, le añadió llantas cromadas e incluso techo solar.
Y la que podría ser la joyita más interesante del actor, fue uno de los 16 únicos ejemplares construidos del Jaguar XK-SS, producidos entre 1956 y 1957. Era la versión de calle del D-Type. McQueen pagó por él US$5.000, pero su valor actual se estima en unos US$3 millones. Apodado “La Rata Verde de McQueen”, fue uno de sus vehículos favoritos, tanto es así que lamentó de tal forma el tener que venderlo a finales de los 60, que lo volvió a comprar años más tarde.
A propósito dejamos para el final el Ford Mustang GT 390 Fastback de 1968 con el que aparece en la película Bullitt, pues a ojos del público es el auto con que más se identifica al actor.
Originalmente eran dos ejemplares, ninguno de los cuales fue propiedad del actor. Uno se destruyó durante el rodaje y a la otra se le perdió la pista en el Sur de Estados Unidos, tras pasar por varios propietarios. Tenía un motor V8 de 6,4 litros, con una potencia de 325 cv a 4.800 rpm. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 6,3 segundos y su velocidad máxima era de 193 km/h.