SANTIAGO.- Digámoslo con todas sus letras: no es fácil reinventar la rueda. No importa quién lo fabrique o para qué auto esté diseñado, un neumático siempre va a ser una cosa negra y redonda. O al menos eso creíamos.
Hay unos cuántos ejemplos de que los neumáticos pueden ser otra cosa. Si quieren ir de la mano del desarrollo del resto de la industria automovilística, que ya se decantó por el desarrollo de autos eléctricos y autónomos, es claro que las gomas tienen que dar otra vuelta y seguir el camino. Ahí es donde nos adentramos en el mundo de los neumáticos conceptuales.
Con el poder del bache
Tomemos el caso de Goodyear, que desarrolló el BH03, un neumático que tiene la gracia de generar electricidad pisando hoyos. Así como lo lee. Es capaz de transformar en energía todas las irregularidades y vibraciones que se generan al circular.
Utiliza el mismo principio piezoeléctrico de algunos encendedores, que permite transformar en energía la deformación de una estructura, en este caso el propio neumático. Por supuesto, su aplicación primaria sería la de los autos electrificados.
Con deformación inteligente
La misma marca estadounidense se hace cargo del Triple Tube, un neumático que puede adaptarse a los cambios del terreno mediante el inflado y desinflado selectivo. A diferencia del BH03, éste está orientado a los vehículos autónomos, pues sería capaz de anticipar la forma que debe adoptar antes de entrar en una curva, por ejemplo. O podría agrandar su superficie de roce si la pista tiene poca adherencia.
Levitación magnética
Un tercer neumático conceptual de Goodyear es el Eagle 360, que extrema un poco el concepto de rueda, ya que es multidireccional. De acuerdo a la viva imaginación de los ingenieros de la casa estadounidense, el auto que monte estos neumáticos de hecho levitará sobre un colchón magnético, de manera que el vehículo podrá ir en cualquier dirección simplemente jugando con la repulsión de campos eléctricos.
Súper orgánico
Por otro lado, los franceses de Michelin crearon el Vision, un neumático orgánico, no porque no use fertilizantes, sino porque está hecho con materiales biológicos y biodegradables. Además, es renovable porque puede ser reimpreso en 3D e integra el neumático y la llanta. Sus dibujos recuerdan fuertemente a los corales o a los alvéolos pulmonares buscando hacer eficiente la superficie de roce y el empleo del espacio.
Rodar sin aire
Michelin también es la autora del Tweel , un neumático que no necesita aire para rodar. Y no lo necesita porque tiene una estructura interna parecida a los rayos de una bicicleta, que mantienen la integridad del mismo. La gracia es que a diferencia de las voladas de Goodyear, éste sí se produce en serie. Claro que para cortadoras de pasto y otras máquinas aburridas.
Esto porque si bien el Tweel es resistente a las compresiones verticales, no lo es tanto frente a las laterales, así que si va en un vehículo muy veloz, al entrar en una curva el neumático se deformaría con resultados poco optimistas.
Sin aire y a prueba de balas
La misma idea que tuvo Michelin pasó por la cabeza de la gente de Bridgestone, que equipó a un cuatriciclo Polaris con cubiertas sin aire y con una estructura interna apanalada. El fabricante sostiene que pueden recibir un disparo de 12,5 mm y seguir andando unos 500 km, nada mal. Además, este diseño maximiza la absorción de impactos y tiene la posibilidad de endurecer la cara externa sin reducir del confort.
Saca las garras
Otro neumático exótico es el Maxplo, de la casa coreana Kumho. Su rareza consiste en que puede variar la posición y el espacio entre unos bloques que forman la banda de rodadura. Según la fábrica, gracias a este ajuste de posición este neumático puede adaptarse a una gama de condiciones climáticas muy amplia, desde muy secas hasta nieve.
Kumho dice que los bloques de la banda de rodadura se ensanchan en condiciones de deslizamiento fuera de la carretera. Y por si fuera poco, en caso de nieve o hielo, el Maxplo puede extraer clavos al estilo de los neumáticos de invierno o de montaña.