El gobierno de Estados Unidos está empeñado en potenciar su industria automotriz para ser líder en el nuevo mercado de los vehículos eléctricos y para eso ha dispuesto una serie de ayudas económicas no solo para facilitar la venta de modelos de fabricación local, sino también para apalancar toda la industria vinculada a la electromovilidad como plantas de fabricación de baterías para vehículos eléctricos y de microchips, a fin de reducir al máximo la dependencia con productores extranjeros, especialmente asiáticos.
Los primeros resultados de estos beneficios encendieron las alarmas de potencias automotrices como Alemania, país que tenía entre sus planes una sociedad con la empresa Northvolt para levantar en su territorio una planta de baterías de iones de litio. No obstante, la entrada en vigencia de la nueva ley de Estados Unidos con fuertes subsidios a fabricantes locales de tecnologías verdes hizo que la empresa ponga una pausa a sus negociaciones con Alemania para analizar el nuevo escenario.
El presidente ejecutivo, Peter Carlsson, dijo que bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), Northvolt, con sede en Suecia, podría obtener hasta 800 millones de euros (836 millones de dólares) en ayuda estatal de EE.UU. para construir una fábrica que produzca las baterías que se usan en los vehículos eléctricos.
Eso es aproximadamente cuatro veces lo que ofrece el gobierno alemán, añadió el ejecutivo, con precios de energía más baratos en los Estados Unidos en la parte superior. Como resultado, la empresa está considerando retrasar sus planes de construir una fábrica en Heide, al norte de Alemania.
"Ahora estamos en un punto en el que podemos priorizar primero la expansión en Estados Unidos sobre Europa", dijo Carlsson.
Otros ejecutivos de la compañía se han hecho eco de ese sentimiento en las últimas semanas, lo que se suma a las señales de que la IRA de 430 mil millones de dólares, promulgada en EE.UU. en agosto, está comenzando a atraer inversiones en tecnología verde lejos de la potencia manufacturera de Europa.
Los fabricantes y proveedores de automóviles alemanes, para los cuales Estados Unidos es el principal mercado de exportación, se encuentran entre las mayores víctimas de esta ley que entra en vigor el 1 de enero próximo.
Una encuesta de octubre realizada por las Cámaras de Comercio e Industria Alemanas (DIHK) mostró que el 39% de las empresas querían aumentar la inversión en los Estados Unidos en comparación con el 32% para Europa.
Y el jefe de comercio de DIHK, Volker Treier, dijo a Reuters que las Cámaras de Comercio de Estados Unidos y Alemania habían visto un aumento de la inversión alemana en Estados Unidos, especialmente en el sector automotriz.
"Si no hacemos nada, surgirán muchas cosas en Estados Unidos", dijo el presidente ejecutivo de Siemens Energy, Christian Bruch. "El riesgo de la migración está ahí", sentenció.
El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, del partido de los Verdes, dijo al periódico Handelsblatt que existía el peligro de que "la próxima ola de innovación tecnológica no tenga lugar en Europa", una innovación que fue calificada como clave para ayudar a Europa a salir de su crisis energética.