Así estuvo toda la tarde en el Monumental, muy resguardado con estrictas medidas de seguridad.
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SANTIAGO.- "Tiene más seguridad que la Presidenta, es como mucho". Así graficaba un guardia chileno la estricta protección que recibió Neymar ayer en el estadio Monumental, donde presenció desde la tribuna la clasificación de Brasil a cuartos de final de la Copa América tras vencer a Venezuela.
El delantero, quien fue sancionado con cuatro partidos por su expulsión y posterior discusión con el árbitro Enrique Osses, vivió con sufrimiento su penúltimo día en Chile. Hoy abandonará la concentración luego de que el Scratch decidiera no apelar al castigo.
Desde que pisó el recinto de Macul estuvo fuertemente custodiado. Tres autos de seguridad entre brasileña y chilena lo esperaban en el estadio. Él se veía relajado, y en todo momento con sus grandes audífonos.
Visitó a sus compañeros en el camarín antes del duelo con la "Vinotinto" e incluso el jefe de la delegación brasileña, Dori Joao, había señalado que se quedaría en Chile hasta que terminara la participación de Brasil en la Copa, que estaba muy comprometido con el grupo. Pero eso cambió en la noche cuando la federación decidió no apelar.
A tres minutos del pitazo inicial se sentó en la tribuna Rapa Nui. Siempre con sus audífonos, haciendo caso omiso a los gritos que pedían un saludo suyo. Guardias al lado, otro arriba y otro abajo. Fuertemente custodiado.
Cuando la transmisión oficial lo mostraba en la pantalla gigante del estadio, una ovación caía para él. Sólo respondía levantando la mano.
Su primera reacción de alegría llegó a los 9 minutos. Centro de Robinho y Thiago Silva pone la apertura de la cuenta. En su festejo, el defensa lo mira y le dedica el gol. Neymar responde con una sonrisa y empuñando la mano.
Masticó una y otra vez chicle, tomó bebida, intercambió un par de palabras con los integrantes de la delegación. A los 51' volvió a sonreír con la anotación de Firmino, quien también se lo dedicó.
Pero su rostro cambiaría en los minutos finales. Venezuela se fue con todo en busca del descuento. Jefferson se transformaba en figura y el del Barcelona ya no tenía la misma tranquilidad.
"Aprende, aquí se viene a jugar", le gritó un hincha ubicado en la tribuna. El gol de Juan Arango a los 83 hizo que se encogiera en su asiento. Se tomaba la cabeza y movía sus manos. Peor aún cuando en el tiempo agregado los llaneros casi igualaron. El pitazo final dio paso al relajo.
Aceptó una foto de un hincha, y tal como llegó, se fue fuertemente custodiado hasta el camarín. De ahí no se supo más de él. Algunas versiones dicen que se fue en el bus con el resto del plantel, y otros que se dirigió al hotel Sheraton en un auto particular de seguridad.
Así fue su penúltimo día en Chile. Hoy hace las maletas y deja la Copa América en la que sólo alcanzó a jugar 180 minutos y donde dejó como saldo un gol, una asistencia, una tarjeta amarilla, una roja directa y una dura sanción.