SANTIAGO.- En Azul Azul están preocupados. Y es que no estaba en los planes de ningún dirigente de la Universidad de Chile el fracaso de quedar eliminado en la fase previa de la Copa Libertadores.
Este duro revés destapó el gran descontento que hay hoy en la dirigencia laica con la gestión del nuevo técnico Sebastián Beccacece.
"La directiva apoyó a Beccacece cuando mandó a préstamo a Benegas y a Rubén Farfán y de no inscribir a Francisco Castro. Lo que preocupa es que Benegas fue el goleador de la U en el torneo pasado, pese a jugar pocos partidos, y que Beccacece no previó la falta de alternativas en ofensiva. Ante River solo había un juvenil, Pinilla, siendo que además de Benegas, desechó a Farfán, César Cortés y Enzo Gutiérrez", se quejan en parte de la concesionaria laica, según El Mercurio.
A la par, el otro pecado que en la interna se le achaca hoy a Beccacece es no dar con un jugador de contención que lo convenza. De "6" han jugado Guzmán Pereira, el que no le gusta, Gonzalo Espinoza, uno al que había declarado prescindible; Sebastián Martínez, otro que no lo llena para el puesto, al punto que en la eliminación ante River lo reemplazó a los 27', utilizando a Gustavo Lorenzetti como contención.
Además, Mathías Corujo y Guzmán Pereira están derechamente molestos. Ambos vieron desde la banca la dura eliminación de la U en Copa Libertadores ante el modesto River Plate, marginación que no solo complica a los dos uruguayos.
"Al asumir Beccacece le aseguró a la cúpula directiva, particularmente a Carlos Heller, que le daría tiraje a la cantera, lo que fue bien visto, pero nunca se pensó que eso ocurriría con el costo de dejar fuera a dos jugadores que en el proceso anterior eran inamovibles, pero principalmente, porque son seleccionados uruguayos. Cuesta entenderlo", aseguran en la mesa azul, donde parte de la directiva no está conforme con el relego de los celestes, como tampoco con los resultados en el juego debido a la medida.
Tanto así, que la postergación de los dos charrúas para priorizar la continuidad o el ingreso de algún juvenil (Ramírez o Pinilla, por ejemplo), inquieta también pensando en la millonaria inversión realizada en ambos y sus proyecciones de venta.
"Si no juegan, no se valorizan y pueden no ser convocados a la selección de su país. Se gastó más de US$ 2 millones por ambos jugadores y esa inversión no está en cancha, lo que coincide con un mal juego del equipo", añaden en la regencia.
No resulta fácil comprender -añaden en la mesa- que "la primera alternativa para ingresar en un partido de Copa e incluso en el torneo local sea un chico de 17 años (Pinilla) y no un seleccionado". A eso agregan que si el juego del equipo fuese bueno se entendería la promesa de Beccacece de potenciar a los jóvenes en desmedro de un jugador calado. Pero eso no ocurre y preocupa.