DÜSSELDORF.- Apenas jugó recién el primer partido de la nueva temporada europea, pero con los condimentos que dejó su brillante actuación de ayer, pareciera que Arturo Vidal no venía de un largo tiempo de receso.
El volante chileno fue la principal figura en la coronación del Bayern en la Supercopa frente al Dortmund, con la que ya sumó 15 títulos a su extenso palmarés.
Uno pudo pensar que tras el título de la Copa Centenario y estar casi un mes y medio de vacaciones, el oriundo de San Joaquín podría haberse visto algo relajado sobre el césped del Signal Iduna Park, el imponente estadio del Borussia.
Pero nada de aquello ocurrió. Vidal demostró que su hambre de gloria es inagotable y desde el pitazo inicial marcado por el juez Tobías Belz comenzó a robarse la película de la definición.
El formado en Colo Colo fue el encargado de dar el puntapié inicial entregándole un pase atrás al español Xavi Alonso. Y a partir de ese instante, regaló un verdadero recital de emociones y calidad futbolística.
Si bien en los primeros 20 minutos le costó entrar en juego producto del buen juego del conjunto local, Vidal era el estandarte bávaro en la mitad de la cancha.
Al ver que sus compañeros no reaccionaban, el ex Juventus mostró su estampa de líder: Ante el asedio del rival y aprovechando el saque de meta, el mediocampista corrió hasta su área para hacerle una reconvención a Manuel Neuer para que jugara en corto y así no rifara la pelota a una zona donde el Borussia se estaba imponiendo.
Corría el reloj y al "Rey Arturo" se le veía incómodo. Sabía que estaban siendo sometidos y ante esto exhibió su característico despliegue físico. Se inmiscuyó en la refriega con los contrincantes y poco a poco el Bayern fue equiparando la balanza.
A tal punto llegó su ímpetu, que a los 37' acarició la apertura de la cuenta con un cabezazo y una doble insistencia que se fue a las nubes, tras una notable reacción del golero Roman Burki.
Vidal no lo podía creer. Se quedó taimado en el área contraria lamentándose la ocasión inmejorable. Con esa amargura, se fue al descanso.
Pero en el complemento, el incansable jugador tuvo su premio cuando a los 58' sí supo sacar provecho de un nuevo rebote concedido por el suizo para decretar la algarabía de la hinchada bávara.
Luego del gol, hasta se dio el tiempo de meter habilitaciones a lo Valdivia. Ofrecía una exhibición, hasta que a los 66' su habitual entrega le pasó la cuenta: El colombiano Adrián Ramos lo pisoteó en el tobillo y tuvo que ser sustituido.
Cuando se retiró, una cerrada ovación se llevó de parte de la hinchada del Bayern e incluso gran parte de la fanaticada del Borussia. El espectáculo que obsequió lo ameritaba.
Terminado el encuentro, el chileno festejó con mesura apartado del resto de sus eufóricos compañeros. La cojera que dejaba ver en su pie derecho lo hizo abstenerse de los saltos y el clásico "piquero". Pero el chileno prefiere dosificar en eso. Cuando la pelota está en juego es el momento en el que no tiene reparos.
La batalla del "Rey Arturo" había llegado a su fin. Un combate en el que pese resultar maltrecho, sin discusión fue el artífice para que el gigante bávaro pudiera bajar otra estrella del firmamento.