¿Estará para otros Juegos?
Reuters
RÍO DE JANEIO.- Ayer Tomás González puso fin a su paso por lo Juegos Olímpicos de Río 2016. Lo hizo con una sensación de felicidad, tras terminar séptimo en la definición del salto, una modalidad que hace catorce meses no practicaba por la operación en su tobillo izquierdo.
Además, y antes de despedirse, dejó en el aire la incógnita de si está dentro de sus planes el prepararse de cara a un nuevo ciclo olímpico pensando en Tokio 2020.
"Si llego a Tokio feliz, si no, ya he hecho mucho por el país. Tengo el nivel técnico necesario para poder nuevamente clasificar", dijo agregando que irá paso a paso y sin apresurarse en tomar una decisión.
Si éstos fueron sus últimos JJ.OO., los recordará por las fuertes emociones que vivió. Todo comenzó con la duda y el temor a forzar su tobillo en los entrenamientos previos a su participación en suelo y salto del sábado 6 de agosto.
Y ese día llegó la explosión. No quedó para nada conforme con la evaluación de 15,066 que le dieron los jueces en suelo, su prueba fuerte. Terminó llorando, con impotencia. Y mucha rabia.
"Fue un robo. Los jueces son comprados con regalos", fue el resumen de una de las declaraciones más incendiarias de toda su carrera. Luego le llegó algo de tranquilidad al clasificar agónicamente a la final de salto gracias a sus 15,149.
Tras esto adelantó que se sentía en desventaja sobre sus rivales y que no se veía con opciones de medalla. Y ayer fue su turno de su tercera final olímpica.
Un Tsukahara y un Yurchenko de poco grado de dificultad comparado con el de sus rivales le permitieron quedar séptimo. Pero feliz.
Ahora sólo él sabe si seguirá a full en el profesionalismo pensando en Tokio 2020...
