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Anecdotario: La selección chilena que tuvo que atravesar Los Andes en mula tras la Copa América de Brasil 1919

El dramático retorno fue el corolario de un torneo en que solo hubo malos resultados.

28 de Junio de 2019 | 10:08 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Chile ante Brasil en la Copa América del '19.

Blog Partidos de la Roja
La imagen hoy parecería surrealista, pero hace 100 años un grupo de futbolistas chilenos intentaba cruzar Los Andes en una mula. Venían de disputar la Copa América de Brasil con malos resultados, pero ese era el menor de sus problemas. El campeonato había terminado hace más de cuarenta días y todavía no podían volver a casa. La nieve los tenía entumecidos, extrañaban a sus familias y el miedo no los soltaba.

"Estamos haciendo gestiones para irnos por Bolivia. Nuestra situación es cada día peor. Estamos desesperados"

Telegrama de la delegación

Originalmente, el tercer campeonato continental debía disputarse en 1918, pero una epidemia de gripe obligó a recalendarizar el torneo para mayo del año entrante. El combinado nacional se juntó a principios de marzo. Los clubes, en primera instancia, se mostraban reacios a ceder a sus jugadores, pero finalmente terminaron cediendo.

La delegación nacional –compuesta por dieciséis futbolistas, el entrenador y tres dirigentes- partió el 19 de abril en tren rumbo a Buenos Aires. Los jugadores, en una época donde imperaba el amateurismo, tuvieron que poner plata de su bolsillo para los gastos.

Una comisaría de hotel y una actuación pobre


El viaje fue tortuoso desde el inicio. En Los Andes no encontraron hotel y tuvo que intervenir el Gobernador para evitar que acabaran en la calle. Les consiguió un hospedaje bastante inusual: una comisaría.

El día 23, el grupo de chilenos llegó a su primer destino y de ahí partió a Montevideo. Junto a los equipos de Argentina y Uruguay se embarcó en el Florianópolis para llegar a Brasil.

12 goles recibió Chile en Brasil

La escuadra chilena, que todavía usaba camiseta blanca, llegó mal alimentada y pocas horas de sueño a Río de Janeiro. Perdió 6-0 con el local, 2-1 con los charrúas y 4-1 con la escuadra trasandina. El premio "Arco de Plata" que le entregaron al meta Manuel Guerrero, pese a los doce goles encajados, fue lo único remarcable.

Un viaje de puros problemas


Era tiempo de volver a casa y reaparecerían los problemas. De Río, el elenco nacional se fue a Buenos Aires y allí quedó varada por dos semanas debido a una salvaje tormenta de nieve. "Llegaremos el jueves sin falta a Los Andes. La travesía la haremos en mula", se lee en un telegrama enviado por la delegación y que fue recogido por el periodista Edgardo Marín en su libro "La Roja de todos".

A duras penas, lograron llegar a Mendoza y allí se enteraron que la obstrucción era en el lado chileno. El 30 de junio, 37 días después del último partido con Argentina, volvieron a enviar un telegrama. "Aún no sabemos cuándo partiremos. Estamos haciendo gestiones para irnos por Bolivia. Nuestra situación es cada día peor. Estamos desesperados", escribieron.

"Llegaremos el jueves a Los Andes. La travesía la haremos en mula"

Telegrama delegación

Los chilenos estaban repitiendo el cruce del Ejército Libertador comandado por José de San Martín. Sin embargo, no había épica que los impulsara. Se acaba el dinero y la energía. Sus familias, que dependían de esos hombres, aguardaban con angustia ante tanta incertidumbre.

Tras trece días en Mendoza, les avisan que pueden retomar el viaje. Antes de continuar, y para capear las adversidades que con toda seguridad encontrarían, les entregaron diez salchichones, quesos, jamón, panes y una botella de coñac, que según el dirigente Romeo Borghetti se acabó rápido. "Les gustó más que el pan", dijo el dirigente Román Borghetti.

"Nos perdíamos en la nieve a cada rato y rodábamos como bolas"

Román Borghetti, dirigente

Llegaron hasta Zanjón Amarilla y había 22 mulas esperándolos para continuar el viaje. Las risotadas y las bromas volvieron a aparecer. La delegación pasó dos noches y un día en el hotel de Puente del Inca logrando reponerse un poco. Pero de Caracoles a Juncal debían caminar y ahí todo se complicó otra vez. "Este trayecto fue el peor de todos, porque nos perdíamos en la nieve a cada rato y rodábamos como bolas", dijo Borghetti.

Afortunadamente, encontraron unos arrieros que le arrendaron una mula al dirigente por treinta pesos. Sin embargo, este se la tuvo que entregar a Bernal que estaba desfallecido. No era el único futbolista en apuros. Poirier se estaba quedando dormido en medio del frío y el “chico” Grez avanzaba a duras penas con la nieve hasta el cuello.

Finalmente, pudieron llegar a Juncal. Allí tomaron café y se subieron al ferrocarril trasandino. Durmieron casi todo el trayecto. Llegaron a Valparaíso el 9 de julio, casi tres meses después de su partida.
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