LIMA.- Son casi las 5 de la tarde en la escuela militar de Chorrillos. Esteban Bustos se pasea en la zona mixta improvisada sobre el campo ecuestre dando entrevistas. La emoción está a flor de piel y con orgullo luce su medalla de plata del pentatlón moderno, lograda en los Panamericanos de Lima 2019.
Después de largos minutos atendiendo a los periodistas presentes, el chileno se dirige a realizarse un chequeo protocolar: Ha sido elegido para ir al doping. Pero antes, hace una pausa necesaria y revitalizadora tras el tremendo esfuerzo que le demandó esta variopinta disciplina, en la que realizó pruebas de natación, esgrima, equitación y la combinada de carrera y tiro.
A unos metros, su familia lo espera y la emotividad aflora en toda su expresión. Se funde en un fraternal y emocionante abrazo con su madre. "Yo sabía que ibas a asegurar a Tokio 2020, nos vamos a Tokio", le dice su progenitora conteniendo las lágrimas.
El atleta de 26 años, quizás como en forma de retribución, le cuelga su medalla.
Su padre, Carlos, también aprovecha el momento para saludar efusivamente a su hijo. Minutos de verdadero afecto para una familia que viene apoyando al estudiante de matemáticas de la Universidad de Chile desde hace años.
"Han sido años y años de esfuerzo y de trabajo. Además todavía debe terminar sus estudios", dice Carlos, mientras Esteban se prepara para quizás el momento más especial: Su polola, estudiante de Medicina, también aguarda por él y corre a saludarlo.
Se abrazan, protagonizan un diálogo muy sentimental y cierran la escena con un romántico beso. Nadie quería interrumpirlo, pero representantes de la delegación tienen que cumplir con el procedimiento y lo instan a que apure el paso.
Bustos asiente y se retira, pero algo nuevamente lo detiene y tiene que retornar. "¡Mamá...te quedaste con mi medalla!", exclama, causando la risa general de sus cercanos. Así fue la trastienda de un logro inolvidable para el representante del Team Chile...
