Alexandre Pato estaba llamado a ser una gran estrella del fútbol mundial. Tras despuntar en el Inter de Porto Alegre, el Milan pagó una cifra millonaria por él. Tuvo un buen inicio, pero poco a poco se fue quedando. El ex seleccionado brasileño pasó sin mayor éxito por Chelsea, Villarreal, Sao Paulo y Corinthians. También fue a China. Actualmente es jugador del Orlando City de la MLS.
El ganador del Golden Boy en 2009 repasó su carreta en The Players Tribune. Habló de sus modestos inicios y los aprietos económicos que padecía junto a su familia. Un cazatalentos le recomendó ir a probarse a Inter. Su padre lo acompañó. Fue un viaje precario.
"Nos registramos en un hotel sexual. Yo no tenía ni idea, era demasiado joven para entender. Creo que nuestra habitación tenía una cama pequeña, eso era todo. El hotel estaba enfrente del Beira-Rio, entonces la gente estaba teniendo sexo mientras miraba el estadio del Inter", expresó.
Pasó la prueba y quedó en el "Colorado". Estaba feliz. Solo un año antes, casi le amputan un brazo.
"El médico hizo una radiografía y encontró un gran tumor. Él dijo: 'Debe someterse a una cirugía ahora , o tendremos que amputar'. Me quedé impactado. Estuve a 24 horas de perder mi brazo izquierdo. Él médico pagó los costos, mi familia no tenía dinero. Nunca olvidaré ese nombre, Paulo Roberto Mussi. Él me dio una nueva vida", declaró.
En 2007 lo compró el Milan. Recuerda que no lo podía creer.
"¿Alguna vez jugaste con ese equipo en la PlayStation? ¡¡Eran irreales!! Kaká, Seedorf, Pirlo, Maldini, Nesta, Gattuso, Shevchenko... ¡Sheva estaba imparable! O Fenómeno, el REAL Ronaldo. Tenía que jugar con ese tipo. Qué alineación, hombre. Acababan de ganar la Champions League. Milan era EL equipo en ese entonces", afirmó.
Los problemas para Pato iniciaron el 2010: "Comencé a lesionarme todo el tiempo. Perdí la confianza en mi propio cuerpo. Me asusté de lo que la gente diría de mí. Entraba al entrenamiento pensando que no podía lesionarme. Si me lastimaba, no se lo decía a nadie. Estaba recuperándome de un problema muscular, luego me torcía el tobillo y seguía jugando. (El tobillo) Estaba hinchado como una pelota, pero no quería defraudar al equipo. Quería complacer a todos. Ese fue uno de mis defectos. La gente esperaba que marcara 30 goles por temporada, pero ni siquiera podía entrar al campo".
Las críticas fueron muy duras. "Querían sangre, sudor y lágrimas. Consiguieron las lágrimas bien. Pagué un alto precio", manifestó el brasilero.
Las lesiones no paraban. Un médico alemán descubrió que el problema era un achicamiento constante de los músculos.
"Un médico en Alemania me inyectó un líquido por toda la espalda; al día siguiente estaba caminando por el aeropuerto de Múnich encorvado por el dolor. Un médico me clavó 20 agujas todas las mañanas y todas las noches. Lloré y lloré y lloré. Temía no volver a jugar al fútbol nunca más", apuntó.
Volvió a Brasil, pero la pasó mal. En una definición de la Copa de Brasil, erró un penal. Los fanáticos del Corinthians se enfurecieron.
"Los fanáticos querían matarme. Viajaba por la ciudad de San Pablo con guardaespaldas armados y un carro blindado con bombas lacrimógenas. Los fanáticos que irrumpieron en nuestro campo de entrenamiento tenían bates y cuchillos. Fue aterrador. Pasaron cosas que no tienen cabida en el fútbol", relató.
Fue a China y de ahí a Estados Unidos. Su mente estaba muy lejos del fútbol.
"Seguía soltero, así que decidí disfrutar de mi libertad. Fui a Los Ángeles. Quería el mejor hotel, el mejor auto, las mejores fiestas. Terminé en este lugar donde una chica estaba aspirando cocaína junto a mí. De repente yo estaba como, ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. Esto no era lo que yo quería. Era un mundo vacío. Le pregunté a un amigo: '¿Realmente voy a pasar el resto de mi vida solo?'", recordó.
Según él, ese episodio marcó su vida. Luego de eso, se casó con Rebeca, una amiga que tenía en Brasil. Ella y la Iglesia lo ayudaron a salir adelante.
"Fue una revelación. La Biblia tenía todas las respuestas que estaba buscando. Volví la cabeza hacia el cielo y dije: 'Señor, ya no quiero esta vida'. Tal vez no me convertí en el mejor jugador del mundo. Pero, hermano, déjame decirte algo. Tengo una relación increíble con mi familia. Estoy en paz conmigo mismo. Tengo una esposa a la que amo. A mi modo de ver, tengo muchos Balones de Oro. Si la vida es un juego, he ganado", sentenció.