Matías Fernández se retira del fútbol profesional. Se va el tipo tímido y callado, el hombre apegado a su familia y a la religión al que no le gusta llamar la atención, pero que generó un estruendo enorme por su talento extraordinario.
El "Mati" nació en Argentina y se crio en La Calera. Aprendió a jugar a la pelota en la calle, le gustaba cómo jugaba el trasandino Pablo Aimar, trataba de encarar y cambiar de ritmo como él.
En un Mundialito de Clubes en Panguipulli, lo vio el entrenador Mario Cáceres y se lo llevó a Colo Colo. Fernández tenía solo 12 años cuando dejó su casa y se instaló a vivir en una pensión cerca del estadio Monumental. La distancia le dolía. En algún momento pensó que no iba a aguantar. "Fue difícil", dijo en 2019.
"Un día miré a las pircas que hay en la cancha donde entrenan los cadetes y había un niñito sentado. Me llamó la atención porque estaba solo. Fui para allá y estaba llorando. Era el Mati. Aún ni sabíamos que iba a ser un jugadorazo. Le pregunté qué pasaba, pero lloraba tan desconsoladamente que no le salía la voz. Le di agua y le dije que estuviera tranquilo, que todo tenía arreglo. Me dijo que echaba de menos a su papá y a su mamá. '¿Te quieres ir para la casa?', le pregunté. 'Sí…', me dijo", contó Héctor Ramos, histórico utilero de Colo Colo, en una entrevista con AS.
Le llevó tiempo acostumbre. La pena a veces se iba, pero volvía con la fuerza de una ola arrasadora. Cuando eso ocurría, el club lo llevaba a La Calera para que se refugiara un tiempo en sus afectos.
El mediocampista debutó con el primer equipo del "Cacique" en 2003 contra Deportes Ovalle por Copa Sudamericana. Fue derrota para los albos y él metió un gol. Tres años después explotó.
La del 2006 fue la mejor temporada en la carrera de Fernández. Ganó dos títulos a nivel local, realizó actuaciones antológicas a nivel continental, llegó a la final de la Copa Sudamericana, metió varios golazos de tiro libre e hizo alucinar a los comentaristas argentinos de Fox Sports con sus rabonas. "El 14 de los blancos es un crack", llegaron a decir.
Ese 2006, el "Mati" fue escogido mejor jugador de América. Es, hasta hoy, el único futbolista chileno que ha conseguido el prestigioso galardón jugando por un club nacional.
El Villarreal de Manuel Pellegrini pagó casi nueve millones de dólares para llevárselo a Europa. En el "Submarino Amarillo" mostró destellos de su calidad, pero nunca pudo consolidarse. Muchos años después, reconoció su error.
"Claudio (Borghi) me dio confianza y el equipo tenía un juego que me acomodaba. En otro equipos uno tiene que adaptarse. Al principio uno cree que es al revés, pero hay que adaptarse al estilo. Me costaban los cambios. Después fui aprendiendo y madurando futbolísticamente", expresó.
En 2009 se fue del Villarreal y lo contrató el Sporting de Lisboa. Mientras trataba de acomodarse en el "Viejo Continente", en la selección era indiscutido. Era el "regalón" de Marcelo Bielsa, una pieza clave en las Clasificatorias a Sudáfrica 2010 y en el Mundial africano.
"Es un ser humano impecable y le guardo muchísimo afecto", comentó el "Loco".
En el Sporting, Fernández hizo los ajustes que se requerían para destacar en Europa. En Lisboa brilló y se ganó el cariño de los hinchas, que en 2020 lo escogieron en el top 5 de los mejores volantes del siglo en el fútbol portugués.
Ese buen nivel le abrió las puertas del fútbol italiano. Lo fichó la Fiorentina. En el cuadro viola se hizo inamovible en la mitad de la cancha. Lamentablemente, y estando a un gran nivel, se perdió el Mundial de 2014 por una lesión.
Pero un año después tendría revancha en la "Roja". No era titular en el equipo que disputó la Copa América en Santiago, pero Jorge Sampaoli le daba hartos minutos saliendo desde el banco. En la final contra Argentina, tomó la pelota para patear el primer penal de la tanda. Abrió los brazos, miró al cielo y la clavó en el ángulo. Un penal perfecto.
"Recuerdo haberle dicho a Arturo (Vidal) que quería patear el primero. Tenía mucha confianza. Cerré los ojos y pedí que fuese gol. La pelota entró donde nunca imaginé que lo haría. Ganar es lindo, pero hacerlo por La Roja no tiene palabras", declaró.
Tras la Copa América, Fernández siguió a buen nivel en la Fiorentina y el poderoso Milan lo compró. Lamentablemente, vivió un martirio con las lesiones. Los problemas físicos apenas lo dejaron jugar en el rossonero.
Pasó una temporada en el AC Milan y se fue al Necaxa. En México estuvo dos años y ganó dos títulos. De ahí pasó al Junior de Barranquilla y se consagró campeón del fútbol colombiano.
A fines de 2019, se anunció su regreso a Colo Colo. Una multitud fue a recibirlo al estadio Monumental. Él, introvertido, tomó el micrófono para agradecir y dijo: "No sé por qué me quieren tanto".
Esa segunda etapa en Colo Colo arrancó bien. Ganó la Copa Chile derrotando en la final a la U. Pero acabaría siendo un calvario. El equipo estuvo a punto de descender y Fernández jugó muy poco debido a las lesiones.
Se fue del "Cacique" sin hacer declaraciones bombásticas, reconociendo que no fue el aporte que se esperaba y agradeciéndole a los hinchas.
Su última campaña como profesional la hizo en La Serena. Un año muy difícil. El equipo descendió y su físico, otra vez, lo lastró.
Para Fernández, que hace pocos días sufrió la muerte de su papá, ya es suficiente. En su mensaje de despedida, aseguró que cumplió varios de los sueños que tenía. El 14 de febrero el 14 de los blancos dejó de jugar.