La vida es una rueda que va girando. Ramiro Mora hace menos de cinco años trabajaba en un circo ambulante y hoy está a punto de competir en los Juegos Olímpicos de París.
Mora se dedica a la halterofilia y tiene 26 años. Será miembro del Equipo de Refugiados del Comité Olímpico Internacional.
Su historia arranca en Cuba. Nació en un pueblo llamado Gaspar y se interesó por las pesas cuando vio a un amigo practicando el deporte.
Su ambición era tener los brazos grandes como troncos. Pero cuando se metió a un gimnasio le dijeron que no servía para la halterofilia.
"Me decían que tenía que subir de peso porque estaba muy delgado para la división en la que estaba" dijo en una entrevista con Voz de América.
Perseveró y triunfó. Fue campeón nacional y se ganó un lugar en la selección cubana.
Pero pese a ser un deportista destacado, no recibía suficiente dinero para cubrir sus necesidades básicas, por lo que decidió comenzar a trabajar en un circo ambulante.
"Fui al circo y aprendí, hice trampolín. Tenía que bailar, reírme… y en el deporte lo único que hacía era levantar las pesas y ya. Aquí tenía que maquillarme, tenía que usar otro tipo de ropas, cosas así", declaró.
Con la plata que ganaba en ese trabajo se costeaba las competencias, pero no estaba feliz. No se sentía cómodo en el ambiente del deporte cubano.
"Como todo cubano cuando llega a un equipo nacional y vive en un país que es una dictadura, no te dan libertad de nada, llegas con un sueño y a través del tiempo ellos mismos te van apagando el sueño. Tienes que ser del Partido (Comunista). Te involucran en muchas organizaciones en las cuales tú no quieres participar", expresó.
Corría 2019 y a Mora le llegó una oferta laboral. Se fue trabajar como trapecista en Blackpool, Inglaterra, y dejó el alto rendimiento.
Dos años después regresó a la isla. Fue un viaje triste. Su madre fue diagnosticada de cáncer. Fue internada y a las tres semanas murió.
El deportista era muy apegado a la mujer. Le dolió ver las condiciones del hospital en que estaba ella. Según él, no había medicamentos ni oxígeno.
La muerte de su mamá provocó un cambio profundo en él. Volvió al Reino Unido y, desde allá, participó en las protestas contra el gobierno de su país.
"Empecé a abrir los ojos y a ver la vida de otra manera. Al fallecer mi madre, cambió todo, me cayó el mundo encima. Empecé a pronunciarme, con todas las cosas que estaban pasando en Cuba y que veía en redes sociales", aseveró.
A su casa en Cuba comenzaron a llegar cartas de advertencia y citaciones para él. Podía ir a la cárcel por postear fotos de una protesta frente a la embajada cubana en Londres.
Debido a eso, decidió pedir asilo político a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Sin embargo, entrar a ese programa implica no poder trabajar, por lo que sobrevivía con los ocho euros a la semana que le daba la institución.
Un amigo un día le dijo: "Hermano, ¿por qué no vuelves a entrenar? En Cuba eras tan buen atleta". La idea le quedó dando vueltas en la cabeza. Al tiempo, un entrenador británico lo invitó a entrenar en la Academia Olímpica de Halterofilia de Londres (LOWA, por sus siglas en inglés).
Le permitían entrenar gratis siempre y cuando representara a LOWA en los torneos. Él, a cambio, hizo una promesa: "Les prometí que ganaría".
Y lo cumplió. Ganó el Campeonato Británico en 2022 y 2023, también ostenta récord británicos en las categorías de 89 y 96 kilogramos.
A principios de este año le notificaron que lo habían incorporado al programa de Becas para Atletas Refugiados. Le reveló entre lágrimas al sitio Olympics.com que después de enterarse llamó a su hermana, que vive en Cuba.
"Ella estaba muy feliz. Dijo que si mi mamá todavía estuviera aquí, estaría muy feliz. Así que sí, estoy muy feliz", mencionó.
Mora hoy vive en Bristol y fue papá. Dice que no se ilusiona con medalla en París. Apuesta por los Juegos de Los Angeles 2028. Pero, por lo vivido, el resultado hoy no es su principal preocupación. Está feliz, quiere disfrutar.