Una crisis en el sector inmobiliario de China -de gravitante peso en su economía, pues representa un cuarto del Producto Interno Bruto (PIB) del país-, comenzó a gestarse a fines de 2021, cuando el gigante Evergrande dejó de pagar parte de su deuda por más de US$300 mil millones.
Desde ese entonces, la firma ha tenido dificultades para pagar a sus proveedores y acreedores para así completar sus proyectos, convirtiéndose en un ejemplo de los desequilibrios que se acumulan en esta industria, marcado por un alto endeudamiento, resultado de largos años de políticas expansivas. Es por lo mismo, que el Gobierno chino, consciente de esta situación, inició un esfuerzo por contraer su actividad y limitar su nivel de pasivos.
Todo esto, en medio de una importante desaceleración que viene registrando el gigante asiático. De hecho, su producción solo creció un 0,4% interanual en el segundo trimestre de 2022, cifra que se ubicó por debajo de lo pronosticado por los mercados, que preveían un crecimiento de 1%. Se trata del peor registro desde la primera ola de covid-19 que afectó al país, a principios de 2020.
De esta forma, la economía China está sufriendo un estancamiento que coincide con las crecientes amenazas de un sector inmobiliario que se ha convertido en una especie de talón de Aquiles, pues a los crecientes defaults entre las promotoras chinas se suma el impago voluntario de las hipotecas de muchas familias.
Para reducir las deudas del sector, China endureció en 2021 las condiciones de acceso al crédito de inmobiliarias, cortando una vía de financiamiento, lo que desencadenó una ola de suspensión pagos.
Las consecuencias de esta situación han comenzado a sentirse con fuerza en las últimas semanas, con una masiva ola de impagos de créditos hipotecarias provocada por personas que protestan por el retraso en la entrega de proyectos que las familias compraron en verde.
Vale mencionar que, con el fin de facilitar el acceso a la vivienda propia, China inició en la década de 1990 una política de fomento de créditos hipotecarios para financiar el pie desde la compra en verde.
Ello, a fin de eliminar ciertos programas de arriendo de viviendas públicas, que, en general, eran mal evaluados. En definitiva, todos estos sucesos han hecho que existan millones de personas endeudadas con hipotecarios, que a su vez han sido utilizados para el financiamiento de los desarrollos inmobiliarios, poniendo a prueba al sector bancario de China -cuya exposición a este tipo de proyectos es algo menor al 7% del PIB-.
Al día de hoy, los créditos inmobiliarios representan cerca del 20% de los préstamos en el sistema bancario chino, según un informe del banco ANZ.
El retraso en la construcción y entrega de estos proyectos ha generado una ola masiva de incumplimientos en las obligaciones de pago de tal magnitud que, de profundizarse, podría traducirse en pérdidas muy significativas para las entidades financieras. De acuerdo a la consultora CRIC, la construcción del 10% de las viviendas vendidas en 2021 en veinticuatro grandes ciudades se ha estancado.
Con esto, los analistas de China Merchants Securities estiman que al menos 1,7 billones de yuanes (US$250.000 millones) de hipotecas podrían verse afectadas por los retrasos.
La ecuación es simple: cuando las inmobiliarias fuertemente endeudadas se quedan sin liquidez, a los compradores no les queda más que una obligación de deuda.
Evergrande incluso advirtió de este problema en una carta enviada en 2020 a autoridades locales: en ese entonces, la empresa solicitó que se le permitiera cotizar en la bolsa para evitar una crisis de liquidez que, según ella, generaría enormes riesgos financieros y sociales, considerando los dos millones de compradores que podrían protestar por sus aproximadamente 600 mil pisos sin terminar.
Con todo, los gobiernos locales se han mostrado reticentes a proveer recursos a las inmobiliarias, no solo por la falta de fondos, sino que por las dudas respecto a la rentabilidad de los proyectos. Asimismo, los bancos ya han presentado problemas por su alta exposición a este sector, y se resisten a aumentarla.
Riesgo mundial
Dada la interconexión de China -la segunda potencia económica mundial- con el resto de los países, un contagio de la crisis inmobiliaria al sector financiero tendría repercusiones internacionales, según advierten analistas. "Si se multiplican las suspensiones de pagos, podría tener graves consecuencias económicas y sociales", comentó la agencia de calificación Fitch.
A esta alerta se suma Zhu Guangyao, quien fue viceministro de Finanzas de China entre 2010 y 2018, quien aseguró que "prevenir el riesgo de un 'aterrizaje forzoso' en el sector inmobiliario debe ser una de nuestras prioridades y recibir una atención seria", según recoge Bloomberg.
"Prevenir el riesgo de un 'aterrizaje forzoso' en el sector inmobiliario debe ser una de nuestras prioridades y recibir una atención seria"
Zhu Guangyao, ex viceministro de Finanzas de China
A su juicio, los gobiernos locales deben manejar bien estos boicots a los hipotecarios y "estar estrictamente en guardia para evitar que se propague y desencadene una crisis bancaria".
El sector inmobiliario en China ha tenido un auge muy significativo en las últimas décadas, empujado, en parte, por gobiernos ansiosos por lograr altos objetivos de crecimiento. Este escenario derivado en importantes bolsones de sobreendeudamiento difíciles de revertir sin costos económicos, o sociales, como los que se observan hoy en día.
Ocurre que China además enfrenta las consecuencias económicas de su política antocovid, por lo que, al ser un gran consumidor de materia primas, una desaceleración brusca de su economía afecta a los países exportadores de dichos productos, y al precio de las mismas. A modo de ejemplo, el gigante asiático consume actualmente más del 50% de todo el cobre y el aluminio consumido a nivel global.
Así, la menor demanda de materias primas por parte de China supone un alivio sobre la inflación global, y un problema para los países productores de materias primas, incluyendo, por cierto a Chile.