Si hace unas semanas, en medio del otoño con las temperaturas más bajas desde 1980, la provisión de gas en Argentina operaba al límite, anoche entró en un estado de emergencia total y ha gatillado una verdadera crisis de la calefacción en el vecino país que amenaza al suministro de los hogares, y ha obligado al Gobierno de Javier Milei a tomar medidas radicales.
Producto de estas frías semanas, el consumo de gas residencial ha aumentado sin escalas de 45 millones de metros cúbicos por día a 70 millones, algo para lo cual el sistema no estaba preparado y tomó por sorpresa a las autoridades.
Lo anterior, además, ha generado un reparto de culpas que apuntan tanto al actual Gobierno como a la anterior administración, de Alberto Fernández.
Con todo, a eso de las 22.00 horas de anoche -según consignó La Nación de Argentina- se reunió un comité de emergencia formado por representantes del Gobierno y de las empresas con el objetivo de asegurar que el consumo residencial no quede afectado. Así, el Ejecutivo decidió aplicar un corte total de suministro de gas a más de 300 industrias y cientos de estaciones de servicio de GNC en todo el país, hasta que lograr normalizar la situación.
El vocero de Gobierno, Manuel Adorni, aseguró que la demanda de gas natural de los consumidores se ha disparado un 55% en las últimas semanas hasta casi 70 millones de metros cúbicos por día. "Estamos haciendo todos los esfuerzos posibles para evitar" una escasez de calefacción, sostuvo en una conferencia de prensa este miércoles.
"Es el invierno más duro de los últimos 44 años", subrayó.
Para subsanar la emergencia, el Gobierno se ha visto obligado a comprar gas natural adicional y priorizar el consumo residencial cortando el suministro de fábricas y para los conductores que utilizan gas comprimido en sus automóviles.
Un respiro desde Brasil que no llegó
Se suponía que un importante respiro llegaría ayer, luego de que la empresa estatal Enarsa contratara de emergencia un cargamento de gas licuado (GNL) para abastecer los peak de demanda con 44 millones de m3. Lo hizo sin licitación y por compra directa a Petrobras, la petrolera con control estatal brasileño.
Hasta ayer a las 16, se esperaba que el cargamento de Petrobras se arrimara al puerto de Escobar, donde está emplazado el buque regasificador de la empresa Excelerate, que convierte el gas de estado líquido a gaseoso para inyectarlo en el sistema. Sin embargo, el barco de GNL nunca se aproximó, pese a estar a unos pocos metros. Tenía órdenes de no hacer la descarga hasta que se le hiciera el pago de US$22 millones.
Enarsa había realizado el pago el viernes pasado, a través de una carta de crédito emitida por el Banco Nación (BNA), confirmada por un banco alemán y emitida en los términos pedidos por Petrobras. El mismo banco alemán ya había emitido una carta de crédito igual para un cargamento de otro proveedor, pero Petrobras objetó una cláusula. En el Gobierno todavía no entienden qué pasó. Sus pares en Brasil no dieron explicaciones. La tensa relación entre ambos países tampoco ayudó a agilizar los trámites.
Recién hoy a la mañana, Enarsa confirmó que la nueva nota de crédito había sido aprobada y que el barco de Petrobras se había arrimado al puerto. La descarga del GNL comenzó pasadas las 11.30.
De esta forma, se espera que los cortes que afectan a industrias y estaciones de servicio se normalicen a medida que transcurre la descarga de GNL.
La situación es una prueba de la realidad para Argentina, que tiene vastas reservas de gas en el parche de esquisto de Vaca Muerta y ambiciona ser un exportador neto . Pero el país necesita ampliar la capacidad de transporte para desbloquear una mayor producción.
Si bien el año pasado se añadió a la red un nuevo gasoducto de esquisto , la construcción de estaciones compresoras que duplicarían su capacidad se está retrasando.