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Después de la Segunda Guerra Mundial, la isla de Mantinsaari dejó de pertenecer a Finlandia y pasó a manos de los soviéticos, lo que significó la salida obligada de la población local hacia el continente. Stalin envió al lugar a cerca de 1.500 personas consideradas "enemigos del pueblo", convirtiendo la isla en una localidad salvaje. Una vez caído el Muro de Berlín, algunos de aquellos habitantes retornaron al continente y sólo dos personas quedaron para siempre: un bielorruso y un finlandés. Sin hablar uno con otro por más de veinte años, ambos comparten aquel espacio de naturaleza pura.

Esta cinta del director bielorruso Victor Asliuk consiguió ganar el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cinéma du Réel, en París.