Tania González y Ash Aravena son destacados artistas de la escena emergente, que en “Tierra Póstuma” dialogan por primera vez, ya que sus trabajos se asimilan en cuanto al uso de maquetas y dioramas, de puestas en escena que se refieren –entre otros ámbitos– a estrategias de artificio, a una estética de lo precario y a procesos de descomposición.
Promediando los 27 años, ambos artistas ya han expuesto en importantes espacios locales, destacando en certámenes y muestras colectivas de arte contemporáneo. Con obras de gran vigor estético y conceptual, Tania González y Ash Aravena dan cuenta de preocupaciones propias de las nuevas generaciones.
En su pintura, Tania González usa como modelos cuerpos de aves bajo una factura que rescata su riqueza visual, en posturas donde los organismos parecen suspendidos, muertos. En dioramas o vitrinas también usa cuerpos muertos: pájaros embalsamados o taxidermizados por ella misma, que se ubican en una puesta en escena con diversos objetos, refiriéndose también a los bodegones del barroco flamenco y a su condición de vegetariana. Consciente de los procesos naturales de la materia, tiene el afán de sublimar el cuerpo muerto.
Ash Aravena, por su parte, exhibe una sola instalación de gran formato, una visión entre onírica y ácida que reflexiona sobre ciertos paisajes degradados de la ciudad, sitios eriazos donde conviven viviendas, naturaleza y basura: un techo de casa levantado con materiales tipo Homecenter, es dado vuelta y convertido en soporte de otra instalación, un detalle de paisaje hecho con artificios propios de una escenografía teatral, pero también con desechos y materiales de la naturaleza susceptibles de descomponerse. El lugar puede tener un sentido siniestro también, como un montaje digno de película de terror que fácilmente podría desmoronarse, opina el autor.
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