Brahm presentó su última cinta en San Sebastián junto a Francisca Lewin y Mario Horton, sus protagonistas.
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SANTIAGO.- Filmada en Chile, la historia de una pareja que debe enfrentar una tragedia que los marca, y que desencadena su más determinante crisis, cosecha aplausos en festivales internacionales de cine en estos días.
No, no se trata de "La memoria del agua", de Matías Bize, sino de "Vida sexual de las plantas", de Sebastián Brahm, película que acaba de tener su estreno mundial en el Festival de San Sebastián, donde ha conseguido una positiva recepción.
"Con Matías Bize compartimos un espacio temático vinculado a las relaciones de pareja y a las decisiones de vida de los adultos jóvenes y no tan jóvenes", cuenta desde España el director, reconociendo el vínculo con su colega.
Claro que si en su último largometraje Bize mostró el drama de un matrimonio que pierde a un hijo, en "Vida sexual se las plantas" Brahm da cuenta de lo que sucede a una pareja en la que él (Mario Horton) sufre un accidente que cambia notablemente su personalidad, dejando a la mujer (Francisca Lewin) enfrentada entre el futuro al que puede abrirse, y el hombre al que debe olvidar.
"La proyección estuvo buena, aparte de un viejo que hizo una diatriba contra el cine chileno y, digámoslo, contra Chile en general durante el coloquio", cuenta el director acerca de la accidentada presentación en el País Vasco.
Porque la producción chilena actual no es algo que deje indiferentes a los europeos. Por el contrario: Según cuenta Brahm, en su paso por el continente ha podido percibir que aún se mantienen ciertos prejuicios y expectativas estandarizadas en torno al cine nacional.
"Aún es más fácil vender una historia contada contra el decorado del autoritarismo chileno", cuenta el director. "En lo personal me he preocupado poco de agregar esos ingredientes, y tal vez no ha sido demasiado sabio. En serio sigue sirviendo", agrega.
Sin embargo, dice también que la expectativa de que las cintas chilenas pasen por el tema de la dictadura, hoy es también una más dentro de "un sistema de estereotipos que opera en el modelo de producción y circulación de largometrajes".
Tanto así, que hay otro estereotipo en torno a las películas de este lado del globo que, detecta, hoy tiene sus bonos al alza en Europa: El de la "sordidez latinoamericana".
"Eso sí que funciona. Y es más relevante, en mi caso, para bien y para mal, el no hacerme cargo de esa sordidez que de la dictadura en sí", agrega Brahm.
Según el cineasta, además, lo otro que hoy "sin dudas la lleva es la temática LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero). Y siempre será eficaz el turismo miseria. Pero lo que se está volviendo más significativo en mi opinión es tomar hechos históricos. 'Basado en un hecho real', es algo que está funcionando. 'Basado en un hecho real que conmocionó a la opinión pública en su momento', es aún mejor".
Sin embargo, aclara que su trabajo no se pliega a esta extensión del "aparato periodístico" en el cine, y que tampoco forma parte de lo que hoy se podría llamar "cine latinoamericano". El suyo, dice Brahm, es un trabajo "100 por ciento especulativo, y está completamente orientado a características de la personalidad".
Prueba de ello es su próxima producción en carpeta, que pese a partir de un hecho periodístico, viaja desde ahí a otros territorios completamente diferentes. "Se llama 'El 34', y es sobre el tipo que por haberse ido de farra la noche anterior, tuvo la mala pata de no quedar atrapado junto a sus 33 compañeros de turno en la mina San José, en Atacama. La mala suerte de tener buena suerte y de perderse el estatus de celebridad".