"Hay conversaciones desde hace más o menos tres meses", cuenta "El Mono" Sánchez, quien recibió un primer contacto de los organizadores en el primer semestre de este año.
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SANTIAGO.- En la historia reciente del Festival de Viña del Mar, el 24 de febrero de 2014 quedará inscrito como el día de triunfo y destape de Jorge Alís, formalmente el último humorista extranjero que pasó por el evento. Formalmente, porque en estricto rigor el argentino también jugaba de local esa noche: Avecindado hacía años en Chile, el comediante había desarrollado toda su carrera en el país, cuyos códigos humorísticos manejaba como un nacional más.
Por ello es que como último paso de un extranjero por el humor festivalero es más correcto citar el mismo 24 de febrero, pero del año 2006, cuando el imitador dominicano Julio Sabala no logró convencer a la Quinta Vergara con su rutina, algo que sí había conseguido el argentino Carlos García 24 horas antes.
Es decir, en 2016 ya serán diez años desde esa última vez en que los organizadores apostaron por un foráneo a la hora de hacer reír, en una brecha que la próxima edición ya no haría aumentar más. Esto porque, según fuentes cercanas a los organizadores, ya estaría prácticamente cerrado el arribo de un humorista colombiano, quien acompañaría a los nacionales que hasta ahra suenan —Edo Caroe, Natalia Valdebenito, Pedro Ruminot y Sergio Freire, son algunos de ellos—.
"Hemos compartido varios correos. Estoy pendiente de que la parte de producción mía y del festival se pongan de acuerdo, y ya estoy listo", confirma desde Colombia Carlos "El Mono" Sánchez, aunque reconoce que aún no hay contrato firmado.
Sin embargo, ya hay un acuerdo de palabra para contar con quien es uno de los nombres estelares del humor cafetero, y ejecutor de la vertiente que mejores resultados ha dado en la Quinta Vergara en los últimos dos años: El stand up comedy. Sobre esa base estructura el show que presenta en estos días y que traería a Viña 2016, titulado "Somos colombianos y qué" o "Dime si soy latino", dependiendo del lugar en que se presente.
"Es un espectáculo cien por ciento de identidad familiar, en el que las familias que hayan crecido del 70 al 90 podrán mostrarle a sus hijos cómo éramos cuando jóvenes", cuenta, dejando en claro que lo suyo busca no tener en la nacionalidad a una de sus barreras.
Para ello, además, saca a colación su currículo, que además de 26 años en la comedia anota viejos trabajos formales para una firma chilena: La desaparecida línea aérea Ladeco.
"Tenían oficinas en Colombia, y yo los representaba. Así empecé a tener una compenetración con Chile bastante grande, organizábamos charters para que la gente fuera allá a pasar las navidades, traíamos chefs para el 18 de septiembre, y así empecé a conocer mucho a los chilenos, me compenetré mucho con la cultura", recuerda.
De confirmarse su participación, reconoce que sería "un reto", pero aclara que no le teme a las pifias: "No soy monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, pero sé que con la risa se rompen fronteras. Puedo garantizarle a la gente que en el espacio en que esté, que son sólo 40 minutos, voy a hacer todo lo posible para que se compenetren con lo que cuento, porque así se genera la risa. Si logro eso, lograré que la gente se olvide de dónde vengo, de dónde es, y de sus problemas".
"No le tengo miedo a que me silben; a lo único que le tengo miedo en la vida, es a llegarle tarde a mi señora a la casa", agrega, reiterando que en febrero próximo espera verse en Viña: "Hay una palabra, una intención, y yo confío siempre en las personas. Vamos por buen camino".