SANTIAGO.- "Está volcado todo mi corazón, no hay ningún atisbo de resentimiento. Termino diciendo que muchos tienen una vida más tranquila, pero si tuviera que elegir, elegiría la vida que tengo. De los dolores, muchas veces es de donde más he aprendido".
De ese modo dice haber enfrentado Marcelo Moura el proceso de escritura de "Virus" (Planeta, $18.900), libro que presenta este sábado en la Filsa (20:00 horas) y que lleva por título el mismo nombre de la banda que fundó a inicios de los 80 en Argentina, y que se elevó entre las esenciales del pop latinoamericano de esos años.
"Dolores", dice, porque esta banda formada por los hermanos Marcelo, Julio y Federico Moura, tuvo varios, partiendo por uno que muy pocos conocían hasta la publicación de este relato: La muerte de Jorge, su hermano mayor, asesinado y desaparecido en manos de agentes de la dictadura en los 70, luego de haberse ligado a grupos de resistencia armada. El episodio toma un capítulo.
"Nosotros nunca en nuestra carrera expusimos eso. Incluso fuimos muy criticados cuando empezamos, porque saliendo de una dictadura militar hablábamos de que 'a la vida hay que hacerle el amor' o 'a bailar el wadu wadu'. Las críticas decían que éramos banales", recuerda el tecladista y también cantante del grupo, tras la muerte de Federico.
"Pero los que nos criticaban no sabían que a mi hermano le rompieron la cabeza delante mío. Sufrí el doble, lo que pasa es que yo me sentía más útil no tirando una piedra a una ventana, sino componiendo una canción, que invitara a salir del agujero interior, salir de esa oscuridad tremenda. A nosotros nos han ofrecido muchas veces fortunas para tocar en eventos sobre desaparecidos, hacer homenajes a Federico, que son súper rentables. Pero eso no se negocia", sentencia.
Once años después de la herida abierta por el secuestro de Jorge, vino el segundo gran golpe: La muerte de Federico, para entonces la cara más visible de un grupo que ya tenía éxitos como "Pronta entrega" y "Una luna de miel en la mano" sonando en todo el continente. El cantante falleció a causa del sida, una enfermedad que a fines de los 80 era aún desconocida y discriminada.
Marcelo aborda este período con especial cuidado en su libro, aunque asegura que no por un afán de resguardar la intimidad de su fallecido hermano. "Es que era él quien resguardaba su privacidad. Su homosexualidad y todas esas cosas, yo en mi vida lo vi ni de la mano, ni tocando a nadie. Era de un hermetismo total, y si yo quisiera abrir su intimidad no tendría nada que decir. Era un hermetismo absoluto, porque en ese tiempo ser homosexual era como ser asesino serial, y tener VIH era como ser un leproso. No veías a una pareja de hombres de la mano, porque los agarraban y les rompían la cabeza a trompadas. Así de simple".
La clave es el humor
De este modo es como "Virus" termina siendo no exactamente la historia de un grupo, sino más bien la de una familia, algo que Marcelo acepta: "Creo honestamente que Virus son los Moura, sin menospreciar a nadie, es una realidad. Virus, sin ninguno de los Moura, no funcionaría, y sin ninguno de los demás, sí. Cumplieron un rol fundamental, pero el estilo, las letras, la imagen, todo estaba basado en los Moura".
Una familia que, como se dijo, carga con dolores enormes, aunque eso no los hace perder el humor. De hecho, ese elemento es parte esencial en el relato de Marcelo, y él mismo lo destaca. "Es fundamental, y es el comentario que me hace todo el mundo. Yo tengo muchísimo, somos un banco de un humor vivo, bueno", cuenta.
"Es muy común que la gente (al leer el libro) me diga 'siento que estás en el sillón hablándome', porque está en un lenguaje muy sencillo. Tiene dolor, pero también tiene mucho humor. En Argentina lo eligieron como la mejor biografía de rock", agrega.
Y Chile, por cierto, forma parte del relato y de los pasajes en que ese humor se hace presente, sobre todo en dos momentos. Uno, al citar una gira contratada por un promotor que los tuvo en paupérrimas condiciones, lo que incluso llevó a que Marcelo manejara una micro por todo el norte.
Otro, al recordar su primera visita a un programa de televisión, cuando un grupo de censores pidió las letras de los temas que interpretarían y censuró dos, llenos de metáforas. "En su ignorancia nos censuraron canciones de una inocencia absoluta, y nos permitieron tocar las que contenían mensajes más jugados y comprometidos", dice en el libro.
"Ellos, en su creencia de que el rockero es un vago, un atorrante, decidieron exponernos mucho para hacernos quedar mal, y se encontraron con gente que tenía una formación muy superior a la de ellos. Les salió el tiro por la culata", recuerda hoy sobre ese episodio.
Sin embargo, descarta que el libro cumpla con terminar definitivamente con la idea de Virus como un grupo más "liviano" en relación con otros de la misma época. "Ni lo pensé, ni creo que el libro tenga semejante poder. Además lo escribí como hago la música, sin ningún objetivo, con el corazón, con lo que está en mi cabeza".