SANTIAGO.- "Manhattan" es, posiblemente, una de las películas más recordadas y celebradas de Woody Allen. Estrenada en 1979, la historia de Isaac, un guionista cuarentón y separado que vive un romance con una adolescente (Mariel Hemingway) y termina enamorándose de la amante de su mejor amigo, fue un retrato de época y también uno de los puntos altos en la filmografía del director oriundo de Brooklyn.
Sin embargo, cuando el romance del cineasta con
Soon-Yi Previn -la hija adoptiva de su pareja,
Mia Farrow- salió a la luz, "
Manhattan" comenzó a ser vista de un modo mucho menos "inocente":
la idea del director envuelto en una relación con una menor de edad ya no parecía una ironía extrema para hablar de la crisis de mediana edad. Todo se volvió aún más turbio a partir del testimonio de su hija
Dylan, quien lo acusó de haber abusado sexualmente de ella cuando tenía apenas siete años.
Ahora, es la ex modelo Babi Christina Engelhardt quien vuelve a poner en jaque a Allen. En un largo reportaje publicado por The Hollywood Reporter, ella se autoproclama como la musa que inspiró al director a escribir el guion de la película de 1979, y da detalles del romance que mantuvo con el cineasta desde 1976, cuando ella tenía 16 años y él, 41.
Según cuenta Engelhardt, ella acaparó la atención de Allen en octubre de 1976, cuando cruzaron miradas en un exclusivo restaurante neoyorkino de la época. Ella escribió su número de teléfono en una servilleta y la dejó caer junto a la mesa del director, que no demoró en ponerse en contacto para invitarla a su penthouse en la Quinta Avenida. Él nunca le preguntó su edad, pero ella no le ocultó que aún estaba en el colegio secundario, que vivía con su familia en la zona rural de Nueva Jersey y que soñaba con convertirse en una famosa modelo.
Engelhardt en 1977, un año después de iniciada su relación con el director.
Aún tenía 16 años cuando comenzaron a intimar. Y esos encuentros clandestinos se mantuvieron en pie a lo largo de ocho años, entre el final de su pareja con Diane Keaton y los primeros tiempos de Mia Farrow. Engelhardt explica que le tomó mucho tiempo procesar lo que había sucedido. De hecho, señala al inicio del movimiento #MeToo en Hollywood como el momento en que comenzó a examinar su pasado y bucear en la relación que lo unió a Allen.
Sin embargo, la ex modelo -hoy, de 59 años- no está dispuesta a acusar al director. "Lo que me hizo hablar es que pensé que podía ofrecer una perspectiva", explica. "No estoy atacando a Woody. Esto no es 'derribemos a este hombre'. Estoy hablando de mi historia de amor. Esto me hizo quien soy. No me arrepiento".
Para Engelhardt, la relación con Allen la encontró en una posición de devoción frente a un hombre que admiraba. "No hablábamos de su trabajo", indica. Además, sus encuentros tenían ciertas reglas: una de ellas era encontrarse siempre en el penthouse que el creador de "Annie Hall" (1977) poseía frente al Central Park. Fueron unas cien citas, según recuerda. "Las cortinas siempre estaban cerradas. La vista debe haber sido espectacular, pero no estaba allí para mirar por la ventana", añade.
Pero los encuentros no siempre fueron a solas. Según el recuerdo de la ex modelo, aproximadamente un año después de comenzada la relación,
Allen ocasionalmente comenzó a traer a otras "jóvenes hermosas" para hacer tríos sexuales. Y, en 1980, dijo que quería presentarle a su novia que no era nada más y nada menos que Mia Farrow: "Me sentí asqueada. No quería estar allí en absoluto, y sin embargo
no podía encontrar el coraje para levantarme e irme. Irse significaría el fin de todo. (...)
En aquel entonces, la idea de no tener a Woody en mi vida me aterrorizaba. Entonces me senté allí, con paciencia, con calma, tratando de entender por qué quería que Mia y yo nos conociéramos".
Finalmente, la joven accedió a conocer a Farrow, que fue incluida en sus sesiones de sexo. "Cuando Mia estaba allí, hablamos de astrología y Woody se veía obligado a escucharla. (...) Hubo momentos en que los tres estábamos juntos, y en realidad fue muy divertido. Ella era hermosa y dulce, él era encantador y atractivo, y yo era sexy y cada vez más sofisticada en este juego. Fue todo bastante retorcido, y con tiempo caí en la cuenta que yo era apenas algo más que un juguete".
Poco tiempo después, Engelhardt decidió dar por terminada una relación que no estaba conduciéndola a ninguna parte. Consiguió trabajo como parte del equipo creativo de Federico Fellini, uno de los ídolos de Allen, y se mudó a Roma.
La última vez que supo del director de "Hannah y sus hermanas" (1986) fue en 2001, cuando le envió una carta solicitándole una copia de un documental en que el aparecía, sobre la realización de "La voz de la luna" (1990), la última película de Fellini. "Espero que estés feliz y bien", escribió. "Recuerdo nuestro tiempo juntos con cariño. Si alguna vez estás en Nueva York, me encantaría que conozcas a mi esposa. Vamos a California de vez en cuando. Si quieres, te llamo y tal vez todos podríamos estar juntos".
La carta que Allen le hizo llegar a Engelhardt, en 2001.