Un lote de obras inéditas de Franz Kafka que llevan años ocultas podría publicarse pronto tras una batalla legal sobre la herencia que se ha prolongado más de una década e inspirado comparaciones con las historias surrealistas del autor.
Un tribunal de distrito en Zúrich (Suiza) respaldó los veredictos israelíes la semana pasada al autorizar la apertura de varias cajas de seguridad depositadas en la ciudad suiza y el envío de su contenido a la Biblioteca Nacional israelí.
En juego están varios documentos intactos que podrían arrojar nueva luz sobre una de las figuras más oscuras de la literatura, un judío bohemio germanoparlante de Praga por cuyo legado cultural pelean Israel y Alemania.
Aunque el contenido exacto de las cajas sigue siendo desconocido, los expertos especulan con que el botín podría incluir finales para algunas de las grandes obras de Kafka, muchas de las cuales se publicaron inacabadas tras la muerte del escritor.
La Corte Suprema de Israel ya ha expropiado a una familia israelí su colección de manuscritos de Kafka, que estaba escondida en bóvedas de bancos en Israel y en un apartamento lleno de gatos en Tel Aviv. El veredicto en Suiza completa la adquisición de casi toda su obra conocida, tras años de batallas legales sobre quiénes son sus propietarios legítimos.
La saga podría haber sido escrita por el propio Kafka, cuyo nombre se ha convertido en adjetivo para describir situaciones absurdas en procesos legales opacos.
"Lo absurdo de los juicios es que eran por una herencia que nadie sabía que contenía. Esperemos que esto resuelva por fin estas cuestiones", dijo Benjamin Balint, investigador del Instituto Van Leer de Jerusalén y autor de un libro sobre el proceso legal.
"Puede que el proceso esté terminando, pero las cuestiones de su pertenencia y herencia cultural seguirán mucho tiempo con nosotros", añadió.
La voluntad de Kafka
Kafka legó sus escritos a Max Brod, su viejo amigo y editor, poco antes de su muerte por tuberculosis en 1924, a la edad de 40 años. Instruyó a su protegido para que lo quemara todo sin leerlo.
Brod ignoró sus deseos y publicó la mayor parte de lo que tenía en su poder, incluyendo las novelas "El juicio", "El castillo" y "América". Estas obras convirtieron al desconocido Kafka en uno de los escritores más célebres e influyentes del siglo XX.
Pero Brod, que introdujo de contrabando algunos de los manuscritos en el Israel preestatal cuando huyó de los nazis en 1938, no lo publicó todo. A su muerte en 1968, Brod dejó a su secretaria personal, Esther Hoffe, a cargo de su patrimonio literario y le ordenó que transfiriera los documentos de Kafka a una institución académica.
En vez de eso, Hoffe guardó los escritos y vendió algunos por grandes sumas. Cuando murió en 2008 dejó la colección a sus dos hijas, Eva Hoffe y Ruth Wiesler, sobrevivientes del holocausto al igual que ella. Cuando estas murieron, dejaron los papeles a las hijas de Wiesler, quienes continúan intentando conservar la colección.
La Biblioteca Nacional de Israel sostiene que los documentos de Kafka son "bienes culturales" que pertenecen al pueblo judío.
Legado en disputa
Hacia el final de su vida, Kafka consideró la posibilidad de abandonar Praga y trasladarse al Israel preestatal. Tomó clases de hebreo con un nativo de Jerusalén que finalmente donó el cuaderno de su alumno a la biblioteca. En los últimos años, la biblioteca también tomó posesión de varios otros manuscritos que -por mandato de los tribunales- los descendientes de Hoffe debieron entregar.
"Acogemos con satisfacción la sentencia del tribunal de Suiza, que coincide con todas las sentencias dictadas anteriormente por los tribunales israelíes", dijo David Blumberg, presidente de la Biblioteca Nacional de Israel, un organismo no gubernamental y sin ánimo de lucro.
"La sentencia del tribunal suizo completa la preparación de la Biblioteca Nacional de Israel para aceptar todo el patrimonio literario de Max Brod, que se manejará adecuadamente y se pondrá a disposición del público en general en Israel y en el mundo".
Otros estudiosos cuestionan la adopción de Kafka por parte de Israel, señalando que estaba en conflicto con su propio judaísmo. El Archivo de Literatura Alemana, por ejemplo, se ha puesto del lado de los herederos de Hoffe y ha intentado comprar la colección en sí, argumentando que los escritos en alemán pertenecen a Alemania.