SANTIAGO.- La provincia argentina de Tucumán, bastión del kirchnerismo hace 12 años, tiene en vilo al Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández, luego de las violentas protestas que generaron las últimas votaciones de gobernador en esa zona el pasado 23 de agosto.
A pesar del eventual triunfo del oficialista Juan Manzur, el resultado es cuestionado por supuestas irregularidades ocurridas el día de la elección, luego de que surgieran denuncias de fraude, quema de 42 urnas y reparto de alimentos a cambio de votos.
A esto se suman los reclamos por la represión policial que los protestantes acusan de haber sido víctimas tras ser desalojados de la casa de Gobierno provincial, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
El dolor de cabeza es aún mayor para el Gobierno, si se considera de que en las principales ciudades de la provincia el kirchnerismo fue derrotado, destacando la pérdida en la capital provincial, situación impensada meses atrás.
Si bien todo indica que Manzur será el próximo gobernador, la diferencia con la última elección es sideral, ya que en 2011 el kirchnerista José Alperovich logró el 70% de los votos, mientras que su posible sucesor habría triunfado con cerca del 54% de los sufragios. De este modo, de acuerdo a los analistas, el gran problema para el oficialismo será la legitimidad del futuro gobierno provincial.
Así, en Argentina ya se plantean si los hechos ya descritos se pueden extender hacia las elecciones presidenciales de octubre, y si la situación estaría perjudicando al sector político oficialista.
"Esto podría ser un anticipo de las elecciones nacionales", escribió este miércoles en el diario argentino "La Nación" el periodista Joaquín Morales Solá, quien sostiene que hechos como cambiar un voto por una bolsa de comida no ocurrirían en ciudades grandes como Mendoza o Buenos Aires.
Sin embargo, sostiene que en Tucumán sí fue posible "y eso muestra la cara más inhumana de la política asociada con la pobreza e indigencia".
Reacciones en la política
Además del malestar popular, el kirchenerismo debe lidiar con la oposición, que ha criticado duramente lo ocurrido en Tucumán. Así, el principal aspirante opositor a la Presidencia, Mauricio Macri, pidió "claridad sobre el resultado" de las elecciones provinciales, agregando que en Argentina hay un "sistema tramposo".
Desde el otro lado, el candidato oficialista Daniel Scioli desmintió que existan irregularidades. "De ninguna manera con 14 puntos de ventaja, habiéndose escrutado el 81% de los votos, puede cambiar lo que es una voluntad contundente del pueblo tucumano", indicó, llamando a Macri a que "admita el triunfo contundente que ha tenido Manzur".
Esta situación no es ideal para el Gobierno si se suman los cuestionamientos que argumentan que desde la Casa Rosada le bajaron el perfil al conflicto.
En un primer momento, desde el Gobierno no se mostró especial preocupación, ya que cuando al jefe de gabinete argentino Aníbal Fernández le preguntaron por los hechos de violencia él respondió "no sé lo que pasó en Tucumán, estaba durmiendo".
Esta supuesta indiferencia claramente puede jugarle en contra al oficialismo de cara a los comicios presidenciales de octubre.
Reacción de la Presidenta
De todos modos, en el diario "La Nación" aseguraron que la Presidenta argentina Cristina Fernández ordenó tomar distancia de los conflictos y presionó al actual gobernador José Alporevich, para que se encargue de superar luego esa crisis.
Según fuentes consultadas por el mismo medio, "Cristina le ordenó a través de emisarios que reabra la urnas impugnadas para darle legitimidad al triunfo" de Juan Manzur.
Según la publicación, el objetivo del Gobierno sobre las elecciones de Tucumán era mostrar a Scioli en carrera ganadora para las próximas elecciones presidenciales, lo cual en esta ocasión no tuvo éxito. Pero habría una segunda oportunidad: las votaciones en Chaco el próximo 20 de septiembre.