MADRID.- El socialista Pedro Sánchez fijó hoy una línea roja para negociar con Podemos un posible pacto de izquierdas que lo lleve a la presidencia del gobierno español: no habrá opción posible si el partido heredero de los indignados no renuncia al referéndum en Cataluña que ha planteado su líder, Pablo Iglesias.
"Defendemos y defenderemos la integridad territorial de España. Un referéndum sería el comienzo de nuevas rupturas", manifestó el secretario general del Partido Socialista (PSOE) al inicio del Comité Federal en el que la formación fijará hoy en Madrid la política de pactos tras las elecciones del 20 de diciembre.
Los comicios han dejado a España al borde de la ingobernabilidad, con un Parlamento fragmentado de tal forma que a día de hoy hace muy difícil la formación de un nuevo Ejecutivo, por lo que no se descarta que haya que volver a convocar elecciones.
Sánchez ha dejado de momento la iniciativa de formar gobierno a Mariano Rajoy, ya que su Partido Popular (PP) fue el más votado en los comicios. Su intención es intentarlo él cuando fracase el líder conservador: Rajoy no podrá hacer nada si el PSOE, segunda fuerza, vota contra su investidura en el Congreso de los Diputados.
Pero el líder del PSOE tampoco lo tendrá fácil. Primero, porque necesita a Podemos, que defiende un referéndum de autodeterminación en Cataluña como solución a la crisis entre Madrid y Barcelona con el proceso de secesión que hay en marcha en la región. Y segundo, porque necesita a varias formaciones más, lo que aún en el caso de éxito, arrojaría seguramente un gobierno inestable.
Iglesias, que en una reunión en La Moncloa le dijo hoy a Rajoy que no existe posibilidad alguna de que Podemos facilite un gobierno del PP, arremetió duramente contra Sánchez. "Espero que el PSOE deje de hacer teatro, porque no tiene la más mínima intención de plantear una alternativa al Gobierno del PP", dijo.
La situación de Sánchez es delicada. En los 16 meses que lleva al frente del PSOE no ha logrado afianzar su liderazgo.
El resultado del día 20, el peor en la historia del partido, lo ha dejado más cuestionado ante los líderes territoriales críticos con él, que intentan controlarlo y pretenden evitar su reelección como secretario general en el congreso que el PSOE debe celebrar en febrero y que Sánchez quiere aplazar.
Su máxima rival interna es Susana Díaz, la presidenta del gobierno regional de Andalucía, que podría dar finalmente el paso de aspirar al liderazgo del PSOE, como se espera ya desde hace tiempo. "Somos un partido que tiene unos estatutos y el congreso se hará cuando toque", advirtió hoy Díaz.
