BRASILIA.- Tenso y dividido, Brasil inicia este lunes una semana en la que se decidirá si la Presidenta Dilma Rousseff deberá enfrentar un juicio de destitución.
Una comisión especial de 65 diputados debería aprobar por mayoría simple desde la tarde de hoy un informe no vinculante que propone proseguir el proceso de destitución de la Mandataria izquierdista ante el Senado el cual tendrá la última palabra.
La mayoría de comisión debería ratificar la posición del relator, el diputado derechista Jovair Arantes, que recomendó la destitución de la Mandataria por manipular las cuentas públicas.
La oposición acusa a Rousseff de haber intervenido en las cuentas públicas en 2014, año de su reelección, y a inicios de 2015.
Con una popularidad mínima y con el país en recesión, la jefa de Estado de 68 años, denuncia persistentemente una tentativa de "golpe de Estado" y rechaza estas acusaciones.
Sea cual sea el dictamen de la comisión, ésta será sometida al voto del plenario de la Cámara.
Este lunes, en Rio de Janeiro, el ex Presidente y antecesor de Rousseff, Luiz Inacio Lula da Silva, encabezará actos junto a partidarios del gobierno con el ánimo de movilizar a las bases y salvar el legado de los 13 años del Partido de los Trabajadores (PT) en el poder.
Posible destitución
Si en el plenario, los diputados aprueban una eventual moción de destitución por una mayoría de dos tercios (342 sobre el total de 513), el procedimiento seguirá hasta el Senado.
Y en caso de que éste lo vote afirmativamente, Rousseff sería entonces separada de su cargo y sustituida por el vicepresidente Michel Temer por un máximo de 180 días en espera de que la propia cámara alta emita su veredicto definitivo.
Si Rousseff es finalmente apartada de su cargo por el Senado, Temer gobernará hasta el fin del periodo en 2018.
Pero de momento ninguno de los dos bandos tiene garantizado lograr un número de votos suficiente, pues unos 120 diputados se muestran aún indecisos o se niegan a revelar sus intenciones, según informes de prensa.
Por ahora nadie imagina una salida rápida a esta crisis que se agrava por la recesión en que está sumida la mayor economía de América Latina. El jueves, la mandataria llamó a "un gran pacto" para que Brasil salga de este trance.
El gobierno prevé que unas 300.000 personas se concentren en la explanada entre el 15 y el 17 de abril.