SANTIAGO.- Siempre estuvo llamado a llegar a la cima y algunos lo llaman el "nuevo Mao Zedong". Así es Xi Jinping, el Presidente de China que este martes llegará a suelo chileno en búsqueda de fortalecer y dar "un nuevo impulso" a las relaciones entre el gigante asiático y el país del fin del mundo.
Con 63 años ha logrado convertirse en el segundo Mandatario más poderoso de los últimos 40 años en la nación asiática . Hijo del revolucionario y uno de los fundadores del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Zhongxun, estaba predestinado al liderazgo político, a pesar de que debió enfrentar duros obstáculos.
Predestinado a liderar China
Nació en Beijing en una cuna privilegiada y en medio de ideología comunista, aunque ello duraría sólo algunos años. En 1962 su padre fue expulsado de su puesto como viceprimer ministro por orden de Mao y fue encarcelado. Su familia fue humillada e incluso una de sus hermanas falleció.
Ante el adverso escenario y con sólo 15 años, Xi Jinping debió migrar de la capital hacia la localidad rural de Liangjiahe, donde pasó siete años de su vida, al igual que muchos otros niños de su edad. Considerado un "joven intelectual", según consigna la BBC, quienes convivieron con él allí aseguran que era "muy sincero y honesto" y que "todos le querían". Una experiencia que él mismo afirmaría fue clave para su crecimiento, y que hoy le da frutos otorgándole una imagen de hombre humilde y trabajador.
Pero tras su estancia en la remota localidad, Xi Jinping comenzó su camino a la cúspide. Volvió a Beijing y estudió química en la Universidad Tsinghua, donde también se han formado otros líderes del PCCh, incluyendo a su antecesor en la presidencia, Hu Jintao.
En 1974 se hizo parte del conglomerado comunista y tras ejercer distintos cargos regionales, en 2007 fue nombrado como jefe del partido en Shanghai, consagrándose como una figura prominente entre sus pares. Poco después, fue promovido al Comité Permanente del Partido Comunista. En 2008 se convertiría en vicepresidente y en 2013, con 59 años, fue nombrado como el nuevo Presidente de China.
El "Sueño Chino" y el fin de la corrupción
Desde antes de convertirse en el hombre más importante del gigante asiático, Xi Jinping defendió dos grandes ideales: potenciar el denominado "renacimiento de China", haciendo resurgir la segunda potencia más poderosa del mundo que se vio marcada por la crisis económica, e imponer mano dura contra corrupción.
En 2013, el Gobierno de Xi Jinping anunció su intención de lanzar una serie de modificaciones que permitieran a los mercados tener un rol decisivo en la economía. Asimismo, modificó el modelo económico que durante décadas sostuvo las finanzas del país, adoptando los servicios, la innovación y el consumo y dejando de lado las exportaciones de bajo costo y la producción industrial de gran escala.
Esto provocó, a su vez, una revolución ambiental. La cuestionada visión de la sustentabilidad de China, al abandonar la dependencia de industrias como el cemento y el acero, dio paso a fuentes de ingreso mucho menos contaminantes.
A todo lo anterior, Xi Jinping le dio una marca: "El Sueño Chino". Una utopía que deslumbró al mundo por varios años, pero que, al parecer, tuvo un brusco despertar en junio de 2015. Cuando el mercado bursátil comenzó a mostrar los primeros signos de la crisis (ese mismo mercado que fue potenciado por las reformas económicas) las autoridades, en un intento desesperado, empezaron a inyectar dinero para mantener la estabilidad y la confianza.
Sin embargo, bastó con ese tropiezo para que los inversionistas de todo el planeta comenzaran a dudar de este "milagro chino". Ahora, son muchos los que esperan que Xi Jinping sacrifique algunas de sus reformas insignes con tal de mantener el crecimiento de su economía.
Pero además del factor económico al interior de su país, Xi Jinping ha consolidado su imagen de feroz opositor al ejercicio de maniobras irregulares de oficiales de gobierno, siendo conocido por su "tolerancia cero" a la corrupción. Por ello, antes de acceder a la cúpula más de poder en China, fue convocado para resolver diversos conflictos de ilegalidades de funcionarios públicos.
El "nuevo Mao"
No obstante, su gestión también ha sido conocida por la erradicación de la oposición en China. Desde que asumió el poder, Xi ha sido implacable con las voces de disidencia, lo que se ha transformado en uno de los puntos de mayor controversia de su gestión y que ha derivado en la detención de figuras relevantes de la vida pública como opositores políticos, feministas y hasta blogueros relevantes.
Una postura que, de acuerdo a los analistas, rebelaría la visión que tiene de China: un estado potente, ni liberal ni regido por la democracia, sino un gobierno autoritario eficiente con un fuerte líder a la cabeza.
Pero aún siendo pragmático y duro, Xi Jinping ha logrado transformarse en uno de los líderes más importantes de las últimas décadas. En octubre pasado el pleno del Partido Comunista de China le otorgó el título de "núcleo", poniéndolo a la par de antiguas y emblemáticas figuras como Mao Zedong y Deng Xiaoping. Un título que se suma al de presidente, secretario general y jefe de las fuerzas armadas, y que lo consagra como el corazón del poder chino.
Tras su participación en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), realizado la semana pasada en Perú, el Mandatario chino llegará a Chile este martes en su primera visita como líder máximo del gigante asiático. Todo ello, en el marco de su gira por Latinoamérica que se extiende entre el 17 y el 23 de noviembre y que buscará extender la influencia china por todo el continente.