BERLÍN.- En las papeletas electorales de los comicios generales de 2017 en Alemania, figurará de nuevo en cabeza de lista el nombre de Angela Merkel, una candidata curtida en la batalla política que, a falta de alternativas, intentará lograr su cuarto mandato consecutivo.
"La decisión es de todo menos trivial. No es trivial ni para el país, ni para el partido, ni para mí personalmente", razonó la dirigente ante la prensa para a continuación revelar que su intención de combatir la división social y la polarización que reina en Alemania la habían animado a dar el paso.
Tras 16 años como presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y 11 al frente de la Cancillería, la mandataria está dispuesta a igualar los récords establecidos por dos figuras emblemáticas de su partido, Konrad Adenauer y Helmut Kohl, quienes ejercieron el cargo de canciller durante 14 y 16 años, respectivamente.
Sin embargo, el anuncio de Merkel no debe ser interpretado como un deseo de hacer historia, sino que se explica simplemente por el hecho de que la dirigente carecía de otra alternativa, indica el semanario alemán "Die Zeit". "Al final no supuso ninguna sorpresa. Si Merkel se negase a presentarse a las elecciones sumiría a su partido en una profunda crisis", señaló el diario muniqués "Süddeutsche Zeitung".
"La Canciller ofrece a su partido en la actual situación una mayor solvencia a la hora de mantenerse en el poder que cualquier otro posible candidato que pudiese reemplazarla", argumentó por su parte el rotativo conservador "Frankfurter Allgemeine Zeitung". No dejar a su partido en la estacada constituye una razón de peso que podría haberla animado a continuar en la política, pero tanto en la esfera pública alemana como internacional entienden que el motivo que la empujó es la situación de incertidumbre que reina en el ámbito global.
Tras la decisión de los británicos de dejar la Unión Europea y la elección del republicano Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, The New York Times calificó a la Canciller alemana como "la última defensora de los valores liberales de Occidente". Ella misma ve este análisis como exagerado y lo califica de "absurdo" y "grotesco" porque entiende que una única persona no tiene el poder para "cambiar la situación de Alemania, Europa y del mundo".
No obstante, al día de hoy parece poco probable que en la mayor economía de Europa haya otra figura capaz de encarar los desafíos que una líder como ella, experimentada, con capacidad de liderazgo, con templanza y con gran capacidad para la negociación. En la Mandataria recaerá el peso principal a la hora de negociar el Brexit, de mantener las relaciones transatlánticas con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, de dar un impulso al proceso de paz en Ucrania o de defender una postura firme ante Rusia y Turquía.
Carambolas del destino, Merkel se ha visto atrapada por un término que ella misma acuñó en plena crisis del euro: "Alternativlos" (sin alternativa). Con él señalaba que no quedaba otra alternativa que afrontar con austeridad la complicada situación económica.
Ahora, tampoco se vislumbraban más opciones que su continuidad ¿Por qué? Porque Merkel debe, según "Die Zeit", poner fin a una situación que ella misma ha creado. "La canciller es uno de los principales responsables de que estemos en un momento en el que tengamos que defender la pluralidad democrática", señaló el diario. Así, en opinión de la publicación, las políticas de austeridad dictadas por Alemania son "una de las razones principales de este malestar en que nos encontramos".
La Canciller alemana concurre a las elecciones de 2017 dispuesta a dar la batalla y con la intención de tapar la boca a aquellos analistas que predijeron que la "era Merkel" había terminado por su cuestionable gestión de la crisis de refugiados. A pesar de los contratiempos vividos en los últimos meses, duras derrotas electorales regionales incluidas, Merkel sigue siendo una de las políticas mejor valoradas en el país. En la actualidad, según una reciente encuesta publicada por el diario "Bild", un 55 por ciento de los ciudadanos ve con buenos ojos que intente gobernar durante cuatro años más.
Enfrente tendrá a una contrincante difícil, Frauke Petry, la líder del partido populista y xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), una formación que consigue capitalizar el desencanto de los votantes conservadores y que se alza, según los últimos sondeos, como la tercera fuerza política de cara a los comicios del próximo año.
El objetivo de Merkel de cara a un cuarto mandato es combatir, con argumentos y debate, las tesis populistas que ahondan en una división y polarización de la sociedad alemana. ¿Lo logrará? "Sí, es posible, suena sensato, veremos qué pasa", señala la publicación "Der Spiegel".