SANTIAGO.- Este fin de semana, la ciudad Charlottesville, en Virginia, se convirtió en el último de los escenarios de violencia racista de Estados Unidos. El país, marcado constantemente por actos de odio contra afroamericanos, volvió a estremecerse, esta vez, por el ataque de un hombre supremacista blanco que embistió contra una multitud que se manifestaba precisamente en contra del racismo.
El gatillante en esta ocasión fue la estatua de Robert E. Lee, general del ejército de los Estados Confederados (del sur) que se opusieron a la abolición de la esclavitud en la guerra civil de EE.UU. entre 1861 y 1865. El intento de las autoridades de Virginia por remover este símbolo (considerado un vestigio de la era esclavista) de una de sus zonas emblemáticas, desató la furia de los grupos ultranacionalistas blancos que se manifestaron para impedirlo. Su protesta causó el enfrentamiento con opositores.
La violencia racista es un tema recurrente en el país norteamericano y así lo reflejó una encuesta realizada en 2015 por CNN y Kaiser Family Foundation: el 49% de los estadounidenses afirma que el racismo es un "gran problema" en la sociedad. La cifra se duplicó si se considera que la misma consulta hecha en 2011 reflejaba que solo un 21% de los ciudadanos lo catalogaba como tal.
Y es que durante los últimos años, es recurrente el reporte de casos de policías blancos que han abatido a disparos a supuestos sospechosos de raza negra que han sido catalogados de irregulares y de uso excesivo de la fuerza. Este tipo de situaciones se han vivido en ciudades como Ferguson, Chicago, Cleveland, North Charleston, Baltimore, etc., donde además se han registrado olas de protestas posteriores.
A ello, se debe sumar el aumento de la presencia de agrupaciones que defienden el legado de la Confederación y la supremacía de la raza blanca por sobre el resto. "Estamos alarmados por la proliferación y prominencia que han ganado los grupos que promueven el racismo y el odio. Actos y discursos de este tipo deben ser condenados sin medias tintas, y los crímenes de odio investigados y sus autores sancionados", sentenciaron relatores de Naciones Unidas, tras conocer el caso en Charlottesville.
Agrupaciones
Entre los adherentes a la manifestación ultranacionalista de este fin de semana en Virginia se encontraba David Duke, histórico dirigente del Ku Klux Klan (KKK). Este grupo, formado inicialmente por oficiales ex confederados tras la derrota en la guerra civil de EE.UU., hoy posee divisiones que discriminan a afroestadounidenses, judíos e inmigrantes. Más recientemente, incluso, han incorporado su odio por la comunidad LGBT. Según consigna la cadena BBC Mundo, las distintas entidades del KKK tendrían presencia en todo el país y se estima que poseerían entre 5.000 y 8.000 miembros.
Además de los tradicionales hombres con capucha blanca, también existen en la nación norteamericana diversos conglomerados de ideología neonazi. Sus ideales, al igual que varios de estos grupos en todo el mundo, siguen los enunciados por Adolf Hitler durante la Alemania Nazi y el antisemitismo. La más conocida de sus agrupaciones es el Movimiento Nacional Socialista (NSM) y el Partido Nazi Americano.
Otras colectividades que proclaman el racismo es el Partido Estadounidense de la Libertad, que se declara como defensor de los derechos de los ciudadanos blancos, y el Consejo de Ciudadanos Conservadores, calificado como organización de supremacistas blancos que inspiró a Dylann Roof, el joven que fue encarcelado por matar a nueve feligreses negros en una iglesia en Charleston.
Quizás la que ha tomado más notoriedad recientemente es la Derecha Alternativa (o Alt-right). Este movimiento ha sido impulsado en parte por la retórica del actual Presidente Donald Trump, empleada durante la campaña presidencial de 2016, principalmente por sus comentarios antisemitas y anti musulmanes. Los ideales del movimiento tienen que ver en gran medida con la defensa de la identidad blanca, enfocando su lucha en internet.
Factor Trump
"El racismo es el mal y quienes causan violencia en su nombre son criminales y matones". Estas fueron las palabras que este lunes utilizó el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para recriminar lo ocurrido en Charlottesville. Sin embargo, esta no fue su primera declaración, ya que al principio emitió dichos que han sido considerados de tibios, incluso dentro de su propio partido: "Indignante exhibición de odio, intolerancia y violencia de todos los bandos", dijo el sábado.
"Debemos ser claros. El supremacismo blanco es repulsivo. Este fanatismo es contrario a todo lo que este país representa. No puede haber ambigüedad moral", dijo el republicano presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. "No hay equivalencia moral entre racistas y estadounidenses en pie para desafiar el odio y la intolerancia. El Presidente de EE.UU. debería decirlo", dijo por su parte el veterano senador conservador, John McCain.
El racismo y la xenofobia ha sido una problemática que, para muchos expertos, se ha vuelto central desde la llegada de Trump al poder. Durante su candidatura, su discurso fue valorado en reiterada ocasiones por agrupaciones de ultraderecha blanca. En noviembre pasado, la organización Southern Poverty Law Center, que lucha contra la intolerancia, reportó 437 actos de odio y acosos contra inmigrantes, afroamericanos, homosexuales, musulmanes, hispanos y mujeres, solo durante la primera semana tras la victoria del ex magnate en las urnas. Muchos de ellos hacían referencia a Trump.
"Estamos viendo una parte de este país que sabíamos que existía pero que no se había revelado así hasta ahora. Es como si el nuevo presidente hubiera abierto la caja de Pandora de la retórica del odio", indicó a la agencia EFE Kriss A. Kevorkian, experta de la Universidad Walden, en aquella ocasión.
Una opinión que comparten muchos analistas y que hoy, podría estar concretándose. De hecho, las primeras palabras sobre Charlottesville del Presidente causaron la celebración de grupos de ultraderecha.
A pesar de ello, el fenómeno se le ha venido encima al Mandatario, quien debió salir a aclarar sus ambiguos dichos iniciales, para enfatizar su rechazo al racismo, tildando a estos grupos de "repugnantes". La respuesta llegó pronto por parte de Duke, ex líder del KKK: "Le recomendaría que se mirara en el espejo y recordase que fueron los blancos estadounidenses quienes le llevaron a la Presidencia, no los izquierdistas radicales", sentenció.