SANTIAGO.- La caída de un bus con pasajeros por el acantilado que recorre la Panamericana en una zona conocida como Pasamayo, al norte de Lima, causó conmoción a nivel internacional tras costar la vida al menos 48 personas. El autobús cayó por un
precipicio de 160 metros de profundidad en un área llena de rocas que, al subir la marea, es alcanzada por el océano Pacífico.
Pero este no es el primer accidente que sucede en la ruta llamada "Curva del Diablo". La falta de barandas de contención, la neblina que a menudo se esparce por la zona, y la seguidilla de 52 curvas que completan la ruta de 22 kilómetros le valieron este nombre tan particular.
El serpentín de Pasamayo existe desde la década de 1940. Según el diario peruano El Comercio,
desde 1990 más de 25 infortunios han ocurrido en el área, dejando más de 160 fallecidos. Sin embargo, podrían ser más debido a que el Ministerio de Transporte y Comunicaciones de Perú no posee las cifras exactas de cuántas son realmente las víctimas que han perdido la vida en la locación.
Uno de los accidentes con mayor cifra de fallecidos ocurrió el 30 de marzo de 1990, donde un bus interprovincial y un camión que cargaba material inflamable chocaron de manera frontal, causando una explosión que dejó 13 muertos. Otro incidente similar se produjo el 1 de junio de 2009, cuando un camión colisionó con un bus, y tras este último, venía un vehículo que cargaba elementos químicos. Después de varios segundos, el bus explotó y terminó con la vida de 15 personas.
Las causas de los accidentes son diversas y la mayoría de los protagonistas son buses y camiones, ya que existe otra ruta llamada la variante Pasamayo que es para vehículos livianos. Muchos de los motivos de los incidentes se producen por vehículos que se salen de la carretera debido a la estrechez de las curvas, también por choferes que manejan en estado de ebriedad, y finalmente por choques frontales que terminan sacando de la carretera directo al abismo a alguno de los vehículos involucrados.
Otro de los principales problemas del trayecto recae en que, con frecuencia, hay derrumbes de arena que hacen el camino más resbaladizo y peligroso. Por ello es que durante toda la ruta, la máxima velocidad es de 60 km/hr hasta el tramo de Pativilca, en la provincia de Barranca, donde la vía es menos dificultosa.
