SANTIAGO.- Este jueves se cumplen 47 años de una fecha clave en la historia de la Guerra Fría: El entonces Presidente de EE.UU. Richard Nixon entabló las primeras conversaciones con el líder chino Mao Zedong en Beijing, poniendo fin a las diferencias entre ambas naciones motivadas por sus ideologías capitalistas y comunistas.
Un hito diplomático que contrasta con el actual momento de las relaciones entre ambos gigantes, marcada por las negociaciones por la guerra comercial.
Hasta inicio de los '70 los dos países se consideraban enemigos, pero este nexo -que sorprendió al mundo- permitió aislar a la Unión Soviética. Esto, a pesar de que China y la URSS tuvieron una cercana relación, que se deterioró por sus diferencias doctrinales del marxismo-leninismo.
Visita exitosa
La llegada de Nixon se gestó entre la semana del 21 al 28 de febrero, donde viajó a la capital china, además de Hangzhou y Shanghai, para cumplir con la agenda programática que se estableció, con un punto central que era reunirse con el líder del Partido Comunista chino, Mao Zedong.
Fue a su arribo cuando se realizó el encuentro, con el eje central de normalizar las tensas relaciones diplomáticas que se vivían por aquellos años, aunque la esperada visita se pudo ver amenazada por un problema de salud que aquejó a Mao Zedong nueve días antes. De todos modos, los líderes lograron juntarse tras 22 años en que ambos países no materializaban conversaciones, pero no fue un proceso simple.
La comitiva presidencial de Nixon no pudo entrar en su totalidad: el Mandatario viajó con miembros de su partido, el Republicano y con su Consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger. Es más, sólo su consejero y asistente, Winston Lord, pudieron ser parte del histórico evento.
Los miembros del cuerpo político de Mao Zedong no permitieron la comparecencia de todo el grupo en la única sesión realizada, a pesar de que Nixon estuvo toda la semana en el país. De todos modos, sí tuvo la ocasión de juntarse con el Primer Ministro, Zhou Enlai, en más de una oportunidad.
"Nuestro viejo amigo, el generalísimo Chiang Kai-shek -haciendo referencia al líder nacionalista y enemigo de Mao- no aprueba esto" fue la primera frase que le lanzó el líder chino al norteamericano -como lo cuenta él en su libro- en el inicio de la junta que propició la mejora de las relaciones diplomáticas entre ambos.
Conclusiones
El viaje finalizó con un documento donde EE.UU y China dieron a conocer sus puntos de vista de la política exterior y que sería una base fundamental para las relaciones diplomáticas entre ambos, lo que se consumó simbólicamente en 1979, cuando 3.000 cajas con botellas de Coca-Cola fueron enviadas a China para su venta, como indica la BBC.
El Comunicado de Shanghai, como fue conocido, materializó el logro de la primera visita de un Mandatario norteamericano y fue firmado en el hotel de Jinjiang. De hecho, cuando Nixon volvió a suelo chinos en 1993 declaró que "la relación chino-estadounidense empezó aquí".
El encuentro fue un cambio rotundo para la división de fuerzas que imperaba en aquellos años. Aparte fue un impulso en las relaciones económicas entre ambas potencias, las mismas que ahora pasan un complicado momento.