A propósito del acuerdo con México para frenar el flujo de migrantes y por ende anular los planes de imponer aranceles del 5% sobre todas las importaciones mexicanas, Estados Unidos apuntó ahora a China.
En medio de la cumbre de líderes financieros del G20 en Fukuoka (Japón), el secretario del Tesoro del Gobierno del Presidente Donald Trump, Steven Mnuchin, dijo a reporteros que instó a China a seguir el ejemplo y retomar unas negociaciones comerciales estancadas.
Mnuchin señaló que tiene previsto reunirse en privado con el jefe del Banco Central de China, Yi Gang. Ambos compartieron amistosamente durante la cumbre del G20 que los reúne, pero no hubo nuevos indicios de que Beijing esté listo para comprometerse en la disputa tecnológica y comercial que mantiene con Washington.
"Desde la perspectiva que tenemos ahora, esto es el resultado de que se retracten de compromisos significativos", apuntó Mnuchin. "No creo que sea una ruptura de la confianza, ni buena o mala fe... Si ellos quieren regresar y completar el trato en los términos que estábamos negociando, sería genial".
Mnuchin señaló que no tenía un mensaje directo que dar a Yi, quien participó en las 11 rondas de conversaciones que se han celebrado hasta el momento para tratar de resolver la disputa comercial y tecnológica entre las dos mayores economías del mundo.
Por el momento no hay previstos nuevos contactos ni en Washington ni en Beijing antes de que Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, se vean en Osaka en la cumbre del G20 del 28 y 29 de junio, agregó el funcionario estadounidense.
"Esto será una conversación directa con el gobernador Yi para hablar solo de asuntos comerciales", manifestó Mnuchin, añadiendo que "espero que el principal avance sea en la cumbre de presidentes del G20".
El gobierno de Trump decretó los primeros aranceles a las importaciones chinas hace casi un año al tiempo que acusó a Beijing de usar medios abusivos para beneficiar a empresas chinas en tecnologías avanzadas como inteligencia artificial, robótica y vehículos eléctricos.
Estas tácticas, según Estados Unidos, incluyen hackear las computadoras de empresas estadounidenses para robar secretos comerciales, obligar a las firmas extranjeras a entregar tecnología sensible para poder acceder a su mercado y subvenciones injustas a las compañías tecnológicas locales.