Cuando Barack Obama fue elegido en 2008 primer Presidente negro de Estados Unidos, muchos creyeron que fue un hito en un país con muchas cicatrices de la esclavitud.
Poco más de una década después, a medida que se acerca la campaña electoral de 2020, los motivos raciales ocupan un lugar destacado, mostrando cuán lejos llegó EE.UU. y cuánto le queda aún por recorrer.
"El hecho de que estemos polarizados racialmente como lo estamos ahora revela que la elección de una persona negra para la presidencia no es la panacea para la solución de los problemas raciales de EE.UU", afirmó Andra Gillespie, profesora asociada de Ciencia Política en la Universidad Emory.
"Estos son temas sistémicos y duraderos que han estado presentes desde el nacimiento del país", añadió.
El Presidente Donald Trump no ha mostrado ninguna incomodidad para explotar políticamente los temas raciales y ha hecho de la identidad política blanca un elemento central de su estrategia para la reelección.
Contramovimiento
Jake Neiheisel, profesor asociado de Ciencia Política en la Universidad de Buffalo, estimó que pese a la elección de Obama mucha gente se mostró "bastante escéptica sobre la idea de una sociedad posracial".
"No creo que hayan predicho el ascenso de Donald Trump, aunque no es demasiado sorprendente desde el punto de vista histórico", consideró. "Si nos movemos en una dirección, tendremos el contramovimiento".
La Guerra Civil (1861-65) que llevó a la emancipación de los esclavos fue seguida de un período conocido como "Reconstrucción", que implicó el reintegro de los estados del sur a la Unión y de los afroamericanos a la sociedad.
"El movimiento por los derechos civiles creó algunas normas contra decir cosas abiertamente racistas (...) Trump rompió esas normas"
Celeste Montoya, académica U. de Colorado
No obstante, lo obtenido en dicho periodo duró poco, siendo revertido durante la era de la segregación racial iniciada a fines del siglo XIX, que se extendió hasta las leyes de los derechos civiles y derechos de votación de los años 60.
Desde entonces, los políticos estadounidenses han andado generalmente con cuidado en lo que respecta a los temas de raza. Pero Trump no. "El movimiento por los derechos civiles creó algunas normas contra decir cosas abiertamente racistas", explicó Celeste Montoya, profesora asociada de Estudios de la Mujer y de Género en la Universidad de Colorado. "Trump rompió esas normas", afirmó.
Resentimiento y juego político
El Presidente estadounidense alcanzó notoriedad política cuestionando los orígenes de Obama, y lanzó su campaña en 2016 con virulentos ataques contra los inmigrantes. Desde esa época, se ha embarcado en una controversia racial tras otra.
En 2017, reaccionó a los enfrentamientos entre neonazis y contramanifestantes en Charlottesville, Virginia, diciendo que había "muy buenas personas" en ambos bandos. Este mes, dijo que cuatro congresistas demócratas pertenecientes a minorías deberían "regresar" de donde vinieron. También puso en su mira al legislador negro Elijah Cummings, que creció en Baltimore, un lugar que Trump calificó de "desastre infestado de ratas".
Vincent Southerland, director ejecutivo del Centro de la Raza, la Desigualdad y la Legalidad en la Universidad de Nueva York, consideró que
Trump es un "síntoma de esa enfermedad mayor que siempre estamos combatiendo y que es la desigualdad racial".
"Para alejarnos del pasado primero tenemos que enfrentarlo, y creo que es algo que todavía no hemos hecho", opinó.
Para Montoya, en tanto, Trump ha utilizado con éxito el resentimiento racial para movilizar a los votantes. "Los inmigrantes y las minorías raciales se convierten en los chivos expiatorios del sufrimiento de la gente", agregó.
Esto es, hasta cierto punto, el juego político normal, según Neiheisel. "Puede decirse que la política siempre ha sido sobre el conflicto entre grupos. Si puedes poner a unas personas contra otras, consigues fácilmente la movilización", aseveró.
Tema central para todos
La raza también tiene un lugar destacado en la interna del Partido Demócrata, pues los candidatos buscan volver a reunir a la coalición multirracial de votantes que llevó a Obama al poder.
La desigualdad racial y el movimiento "Black Lives Matter" (las vidas negras importan) son objeto de debate entre los demócratas y los aspirantes presidenciales discuten si debería indemnizarse a los descendientes de los esclavos.
"Si los demócratas no logran que los votantes negros acudan a las urnas, no van a ganar la elección"
Andra Gillespie, académica U. Emory
La senadora
Kamala Harris, una de los dos candidatas de raza negra en la carrera demócrata, creció en las encuestas tras atacar al ex vicepresidente y actual aspirante,
Joe Biden, por sus posturas raciales. "Parte de ello es una respuesta a Trump, a su retórica y esfuerzos para
hacer de la raza un tema central de la campaña desde un punto de vista negativo", consideró Southerland.
Pero también porque los demócratas necesitan del voto negro si quieren reconquistar la Casa Blanca. "Si los demócratas no logran que los votantes negros acudan a las urnas, no van a ganar la elección", sentenció Gillespie.