Al menos seis personas han muerto y ocho se mantienen desaparecidas tras la erupción del volcán de la Isla Blanca, también conocida como Whakaari, en el norte de Nueva Zelandia, según un balance actualizado entregado este martes por la Policía, que ha descartado que haya señales de vida en la zona.
En el momento de la erupción, en la isla se encontraban 47 personas, de las cuales la mitad eran de nacionalidad australiana. Las autoridades locales también han confirmado la presencia de turistas de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, China y Malasia, así como de cinco ciudadanos de Nueva Zelandia, informa el 'New Zealand Herald'.
Por otro lado, 31 personas continuaban siendo atendidos este lunes en el hospital por quemaduras, mientras que otras tres han recibido ya han sido dadas de alta.
Asimismo, la Policía confirmó durante este martes la localización de un sexto cadáver en la isla, mientras buscan a otras ocho personas desaparecidas a las que ya se da por muertas tras la violenta erupción.
La primera ministra, Jacinda Ardern, lamentó ante el Parlamento que "la magnitud de esta tragedia es devastadora". "A quienes han perdido o tienen desaparecido a algún familiar o amigo, les comunicamos nuestras condolencias. Estamos devastados", declaró la autoridad, según Reuters.
Ardern agradeció de forma particular la labor de los cuatro pilotos de helicóptero que aterrizaron en la Isla Blanca tras la erupción, ya que considera que "tomaron una decisión increíblemente valiente en circunstancias extremadamente peligrosas".
La Policía, por su parte, expresó a través de un comunicado que la identificación de las víctimas será "compleja", debido al estado en que se encuentran algunos cuerpos. La institución confirmó, además, la apertura de indagaciones para esclarecer lo ocurrido, si bien ha señalado que por ahora no se trata de una investigación penal, como llegó a sostener en un primer momento.
Los equipos de rescate no han podido acceder a la isla, cubierta por una nube gris. La Agencia Geológica de Nueva Zelandia advirtió de que hay un 50% de probabilidades de que se produzca una segunda explosión en un plazo de 24 horas.
