Bajo presión, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, salió al cruce de los camioneros que bloquean las calles de Ottawa en rechazo a las medidas sanitarias del gobierno, una movilización que se ha extendido por varios días y que ya colmó la paciencia del gobernante.
"Esto debe terminar", afirmó Trudeau, al término de una semana de aislamiento debido al covid, durante un debate organizado de urgencia en la Cámara de los Comunes el lunes por la noche.
Como desde el inicio de la protesta, el gobernante minimizó al movimiento de protesta, al que califica de
"minoría marginal y ruidosa".
Según Trudeau, el país "superó esta pandemia unido, y unas pocas personas gritando y agitando cruces gamadas no definen a los canadienses".
Pero durante esta sesión excepcional, el Gobierno no hizo ningún anuncio concreto a pesar de los llamados de ayuda formulados por las autoridades de la ciudad y por la policía de Ottawa, quienes dicen que la situación está "fuera de control".
{CITA Justin Trudeau "El país superó esta pandemia unido, y unas pocas personas gritando y agitando cruces gamadas no definen a los canadienses}"Unos 400 a 500 camiones todavía ocupan las calles de la capital canadiense.
"La gente vive con miedo y está aterrorizada", dijo en una carta a Trudeau el alcalde Jim Watson.
Los camioneros, que desde el lunes tienen prohibido tocar la bocina tras un fallo judicial, optaron por una nueva táctica para hacerse oír: acelerar los motores de sus vehículos pesados, haciendo el aire irrespirable.
"Dictadura"
Pancartas contra Trudeau, banderas canadienses, fogatas en las que se calientan los manifestantes, refugios improvisados, tiendas de campaña se multiplican en las calles de una ciudad que tiene reputación de tranquila.
"No estoy de acuerdo con la forma de actuar de Trudeau ni con su dictadura", dijo a la AFP Martin Desforges, un camionero de 46 años originario del norte de Quebec que vive junto a su esposa en una camioneta estacionada desde el inicio del movimiento frente al Parlamento y a pocos metros de las ventanas de la oficina del Primer Ministro.
"Vacunarse debe ser una decisión tomada entre una persona y su médico.
El Gobierno no tiene que intervenir", dice John Hawley-Wight, quien se unió a la protesta hace dos días.
El movimiento, llamado "convoy de la libertad", fue convocado en rechazo a la decisión del Gobierno de obligar a vacunarse contra el covid a los camioneros que cruzan la frontera entre Canadá y Estados Unidos.
Pero rápidamente se convirtió en una protesta contra las medidas sanitarias en su conjunto y, para algunos, contra el Gobierno.
Fuera de Ottawa, el movimiento continúa extendiéndose: el puente Ambassador, uno de los puntos fronterizos más concurridos, que conecta Windsor, en Ontario (Canadá), con Detroit, en Estados Unidos, fue cerrado el martes por la mañana debido a las manifestaciones.
Apoyo popular
Y en las últimas horas, ha inspirado acciones similares en el extranjero.
En Nueva Zelandia, un convoy de camiones y casas rodantes bloqueó el martes las calles en torno al Parlamento, en Wellington, para protestar contra las medidas sanitarias y la vacunación.
En Francia, miles de opositores al pase sanitario anunciaron en las redes sociales que querían "arrollar París" el sábado como parte de una acción ciudadana denominada "convoy de la libertad".
En Canadá, donde las medidas sanitarias son en la mayoría de las provincias más restrictivas que en otras partes del mundo, el movimiento ha recibido un apoyo popular más amplio del previsto por parte de las autoridades.
Según analistas locales, el Gobierno ha subestimado la determinación de las fuerzas políticas derechistas que lo iniciaron.
Una última encuesta indica que un tercio de los canadienses apoya el movimiento y el 44% de los vacunados entiende "la causa y las frustraciones que transmiten los manifestantes".
Sin embargo, Trudeau "apuesta a que el movimiento se agotará por sí solo", dijo Félix Mathieu, politólogo de la Universidad de Winnipeg.
"El Gobierno no cree que este movimiento represente una verdadera fuerza política en ciernes", añadió.
Este martes, sin embargo, una rara voz disonante se escuchó en las filas de los liberales, el partido de Justin Trudeau, cuando el diputado por Quebec Joël Lightbound dijo "sentirse incómodo con la dirección que el gobierno tomó en la gestión de la pandemia".
Lightbound reclamó un enfoque "más unificador" y menos "divisivo".