"La política es el arte de identificar y neutralizar al enemigo". Así el filósofo ruso
Iván Ilyin (1883-1954) -a quien el Presidente
Vladimir Putin suele citar en sus más importantes discursos- sostenía que una mano de hierro y un autoritarismo implacable eran la única opción para Rusia.
De hecho, en diciembre de 2014, en su famoso mensaje anual del Estado, Putin lo citó como uno de los grandes referentes teóricos y espirituales para el tiempo histórico actual.
"Traigo a este respecto, una cita: 'El que ama a Rusia debe desear para ella la libertad; ante todo, la libertad para la propia Rusia, la independencia y la autonomía, la libertad para Rusia como unidad de los rusos y de todas las demás culturas nacionales; y, por último, la libertad para el pueblo ruso, la libertad para todos nosotros; la libertad de fe y de búsqueda de creatividad, trabajo y propiedad. Es este un gran significado y un buen mandato en el tiempo de hoy'", recordó el Mandatario ruso.
Cuando Vladimir Putin asumió el poder de Rusia en 2000, llegó con el discurso de querer "recuperar el orgullo ruso, que tiene que ver con la unidad de la nación rusa que nace en Kiev", tal como lo recuerda Pablo Cabrera, ex embajador de Chile en Rusia y concurrente en Ucrania, quien además es investigador asociado del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica.
Incluso, analistas internacionales han detallado que lo que busca el Kremlin hoy al invadir Ucrania, es recuperar a la Rusia imperial.
El académico del Instituto de Historia de la Universidad de San Sebastián de Concepción, Cristián Medina, afirmó que el objetivo de Putin, "es recuperar el paso de una Rusia imperial y para eso necesita la presencia de Bielorrusia y de Ucrania al interior del país".
A su vez, la abogada y académica de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad de Concepción, Paulina Astroza, sentenció que el objetivo de Rusia ahora es "una gran Rusia" y Ucrania es parte de ese proyecto.
"Siempre he repetido un proverbio ruso que se lo escuché a una especialista española llamada Ruth Ferrero, que dice "que San Petersburgo es la cabeza de Rusia, Moscú es el corazón y Kiev es la madre, es decir, que esta gran Rusia nace de Kiev, es parte identitaria de esta gran Rusia que quiere Putin y que por ningún motivo quiere que sea parte de la OTAN, ni de la Unión Europea (UE), ni quiere que los líderes que estén elegidos democráticamente como Zelenski finalmente no respondan a sus deseos y quiere tenerlo bajo control", puntualizó.
Así, remitiéndose a la disolución de la URSS en 1991 como el acontecimiento más importante del siglo XX, y sin duda apoyándose para la "guerra económica" para los recursos cruciales sobre los que gravita la economía rusa –gas y petróleo en especial–, más la riqueza y capacidad productiva de Ucrania, Putin cataliza un hipernacionalismo que se nutre de fuentes como el ruso Iván Ilyin.
De origen aristocrático y heredero de la primigenia dinastía ruríkida
El filósofo Iván Alexandrovich Ilyin nació el 28 de marzo de 1883 en Moscú. De origen aristocrático, era heredero de la primigenia dinastía ruríkida en la región de Riazán, a la que pertenecía su padre, Alexander Ivanovich Ilyin (secretario y jurado imperial).
Fue bautizado en la Iglesia de la Natividad de la Virgen de Moscú (área de Smolensk) siendo su padrino el mismo emperador Alejandro II. Educado en la tradición aristocrática de la administración imperial, el joven Ilyin se graduó en 1901 en la Escuela secundaria del primer Gimnasio de Moscú, con medalla de oro en educación clásica (en especial por su conocimiento en griego, latín y eslavo eclesiástico).
Ilyin aparece, desde el punto historiográfico, como uno de los grandes referentes doctrinales del nacionalismo contrarrevolucionario de Rusia en el siglo XX y en siglo XXI, según mantiene el historiador y doctor en Política Social, Sergio Fernández.
"En la centuria pasada se convirtió, con poco éxito político, en ideólogo destacado del movimiento monárquico del exilio (ROVS) frente a la Revolución comunista de los bolcheviques, perseguido por los totalitarismos ruso y alemán, y denostado por los liberales occidentales. Y en el siglo XXI es reivindicado como guía del moderno nacionalismo ruso frente a la Revolución liberal que el gobierno norteamericano pretende imponer a través de la cultura de masas, la dependencia económica y la homogenización identitaria, especialmente empezando por los considerados países occidentales colonizados", sostuvo.
Acorde con el historiador Sergio Fernández, Ilyin es el protagonista doctrinal del nacionalismo contrarrevolucionario que Rusia vivía en el siglo XX. Con una función histórica legitimadora, llegó hasta el punto de ser considerado como "el filósofo de Putin".
Y así fue, como Putin "se volvió" a Ilyin para la justificación de la promesa y la esperanza de la dirección en la que se esforzaba por llevar al país. El filósofo fue probablemente elegido, porque sus obras legitimaban la comprensión autoritaria de Putin sobre el poder, justificaban las limitaciones en la libertad, siempre como un antídoto para todos los criterios occidentales sobre las libertades, los derechos y los objetivos del Estado.
"En esencia, Ilyin dio una especie de validación para entregar el poder casi sin oposición al líder nacional Putin, cuyo objetivo sería fortalecer el Estado y lograr su renacimiento espiritual, promoviendo los valores y normas conservadoras", concluyó el académico.