Al menos cuatro personas murieron este miércoles a manos de un tirador, que también perdió la vida, en el campus de un hospital de Tulsa, Oklahoma, informó la policía, en momentos en que Estados Unidos lidia con el duelo y la rabia que dejó otro tiroteo en una escuela de Texas hace poco más de una semana.
El atacante, que estaba armado con un rifle y un arma corta, al parecer se suicidó, agregó.
"Tenemos cuatro civiles que fallecieron, tenemos el tirador que está muerto, y creemos que se suicidó", dijo el jefe adjunto del departamento de policía de Tulsa Eric Dalgleish.
El oficial indicó que agentes policiales respondieron inmediatamente tras los llamados de emergencia que advirtieron de la irrupción de un tirador en el segundo piso de una clínica adjunta al hospital St. Francis.
La policía registró el edificio piso por piso y cuarto por cuarto en un esfuerzo por despejar el sitio en lo que las autoridades describieron como un tiroteo activo.
Dalgleish agregó que el asalto, desde el momento de los llamados de emergencia hasta la intervención de los agentes duró cerca de cuatro minutos.
La administración de Joe Biden, informada del tiroteo, ofreció en un comunicado de apoyo a los funcionarios locales.
El incidente se suma a una serie de mortales ataques de hombres armados en el último mes en Estados Unidos.
Hace poco más de una semana, un joven armado con un fusil de asalto AR-15 irrumpió en una escuela en Uvalde, Texas, y asesinó a 19 niños y dos maestras, antes de ser abatido por las fuerzas del orden.
El control al acceso a las armas de fuego en Estados Unidos, derecho garantizado por la segunda enmienda de la Constitución, enfrenta a una resistencia profunda por parte de la mayoría de los republicanos y algunos estados rurales demócratas.
Pero Biden, que visitó Uvalde el fin de semana, se comprometió a inicios de esta semana a "seguir presionando" por una reforma.