"Digámoslo bien: Intentaron asesinar a la vicepresidenta de Argentina". Las palabras de un popular conductor de radio reflejan el sentir en el país vecino. El frustrado ataque contra
Cristina Fernández la noche del jueves en las afueras de su hogar en Buenos Aires ha enfocado la atención de todos los medios trasandinos y también de muchas partes del planeta.
No se trata de una figura cualquiera, y eso lo sabemos.
No es novedad decir que la ex Mandataria argentina despierta sentimientos encontrados al otro lado de la cordillera. En un país completamente polarizado y separado por la llamada "grieta" política, ella es la figura central. Y el momento actual agudiza aún más la situación.
De todos modos, el repudio es prácticamente transversal en la opinión pública argentina, aunque en redes sociales es posible ver manifestaciones que hablan de "tongo" y otras que culpan a la "derecha" de este atentado. Mientras, figuras de la oposición como el diputado libertario Javier Milei se han mantenido en silencio.
"Las imágenes captadas por las distintas cámaras que registraron el ataque a Cristina Kirchner resultan, sin embargo, elocuentes y sin precedentes. Que una persona gatille un arma de fuego a escasos centímetros del rostro de la vicepresidenta de la Nación es algo que no registra un antecedente comparable en la era democrática argentina iniciada en 1983", dice Fernando Laborda en su columna en diario La Nación.
Y así, mientras miles de personas marchan en las calles argentinas en apoyo a Fernández y en repudio a este hecho violento del jueves, ya son las voces que analizan las consecuencias políticas de este tema, considerando también la situación judicial de la vicepresidenta.
Cristina en apuros
La semana pasada, el fiscal Diego Luciani pidió 12 años de prisión para Cristina Fernández y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, en el marco de la investigación por el caso Vialidad, que investiga una serie de concesiones de obras públicas irregulares durante los gobiernos kirchneristas al empresario Lázaro Báez.
"Estamos ante la mayor maniobra de corrupción que se haya conocido en el país", afirmó Luciani en la audiencia, calculando un fraude de cerca de 1.000 millones de dólares.
"Al asumir, Néstor Kirchner y luego su esposa, Cristina Elizabeth Fernández,
instalaron y mantuvieron una de las matrices de corrupción más extraordinarias que lamentablemente y tristemente se hayan desarrollado en el país", aseguró el persecutor en su acusación.
La petición de la Fiscalía causó revuelo en toda Argentina. El Gobierno de Alberto Fernández salió con todo a defender a su vicepresidenta, que al día siguiente de la sesión hizo pública una serie de documentos para asegurar su inocencia e insistir en que todo se trata de una persecución judicial y política maniobrada por sus adversarios.
El Presidente Fernández, por su parte, realizó una lamentable comparación del fiscal Luciani con Alberto Nisman, el persecutor que acusó a Cristina Fernández de encubrimiento en el atentado a la mutual judía AMIA ocurrido en 1994 y que fue encontrado muerto en su departamento, un caso que aún no se ha esclarecido del todo.
"Alentar la idea de que le puede pasar a Luciani lo que le pasó a Nisman... hasta acá lo que le pasó a Nisman es que se suicidó. Hasta acá no se probó otra cosa.
Espero que no haga algo así el fiscal Luciani", dijo el Mandatario trasandino en un canal de televisión.
Al día siguiente tuvo que salir a aclarar sus dichos y explicar que sólo nombró a Nisman porque los entrevistadores lo hicieron primero. "Me dijeron si no temía que le pasara lo mismo que a Nisman, esa fue la pregunta. Entonces, la pregunta hablaba de Nisman particularmente. Nisman se suicidó y no encuentro ningún motivo para que eso ocurra con Luciani", remarcó.
Mientras, Fernández espera la continuación del proceso (la próxima semana son los alegatos de su defensa), no sin reclamar insistentemente de que todo se trata de una persecución no sólo de ella, sino de todo el peronismo.
Como efecto inmediato, sus seguidores se congregaron a las puertas de su residencia, en el barrio de Recoleta, en Buenos Aires. Y entre esa multitud que cada noche la esperaba a su regreso a casa para pedirle un saludo o un autógrafo, se coló el atacante.
Consecuencias políticas
El intento de asesinato de Cristina Fernández tuvo diversas reacciones que, a su vez, han dado que hablar. "Tiene razón el presidente Alberto Fernández cuando expresa que toda forma de violencia debe ser rechazada y que no hay posibilidad de que la violencia conviva con la democracia. Pero deja de lado la prudencia por la que él mismo aboga cuando convoca a 'desterrar la violencia y el odio del discurso político y mediático y de nuestra sociedad'", dice Fernando Laborda.
El analista señala que, así como la convocatoria de la Casa Rosada a manifestarse en solidaridad de la vicepresidenta junto al decreto de feriado nacional puede interpretarse como
"un intento de capitalizar políticamente lo sucedido", se necesita prudencia para entender que hay que separar lo ocurrido el jueves de la situación judicial de Fernández.
"Es necesario que la prudencia que se reclama desde el Gobierno sea acompañada de la suficiente madurez para entender que un atentado contra la vicepresidenta, más allá del repudio que genera, no puede ser esgrimido para silenciar las voces críticas ni para poner coto a las necesarias investigaciones judiciales sobre las escandalosas causas por corrupción pública que involucran a Cristina Kirchner", agrega.
Por ahora, Argentina sigue convulsionada. Un nuevo capítulo en esta larga novela.