Corea del Norte anunció el viernes el disparo de cuatro misiles de crucero estratégicos, y advirtió que el incremento de las maniobras militares conjuntas entre Washington y Seúl "pueden contemplarse como una declaración de guerra".
Esta declaración llegó poco después de que los dos países aliados informaran sobre un ejercicio de "simulacro" en el Pentágono sobre cómo responder a un eventual ataque nuclear de Pyongyang.
La multiplicación de ensayos armamentísticos como los de este viernes por parte del hermético país asiático, hace temer un posible ensayo nuclear que sería el primero desde 2017.
La agencia oficial norcoreana KCNA indicó que sus fuerzas armadas habían disparado
cuatro misiles Hwasal-2 que recorrieron 2.000 kilómetros antes de impactar "con precisión" en el mar de Japón.
Según la KCNA, "los lanzamientos demostraron de nuevo la posición militar de las fuerzas de combate nuclear" norcoreanas, "capaces de responder a fuerzas hostiles".
El ministerio de Defensa de
Corea del Sur indicó que los datos anunciados por Pyongyang diferían de lo detectado por sus servicios de vigilancia y los estadounidenses.
Sujeta a numerosas sanciones por parte de la ONU, Corea del Norte no tiene prohibido lanzar misiles de crucero, pero la semana pasada realizó varios disparos de proyectiles vetados que provocaron una condena del secretario general del organismo, António Guterres.
Entre estos lanzó un misil balístico intercontinental que cayó dentro de la zona económica exclusiva de Japón y que, según Pyongyang, demostró su capacidad para ejecutar un "contraataque nuclear fatal sobre fuerzas hostiles".
Guterres dijo que estas acciones eran "provocadoras", pero Corea del Norte replicó que sus declaraciones fueron "injustas y desequilibradas" porque no tenían en cuenta su derecho a la autodefensa.
Aumento de maniobras conjuntas
En paralelo a la escalada de las pruebas armamentísticas de Pyongyang,
Estados Unidos y Corea del Sur incrementaron sus maniobras militares y volvieron a desplegar activos estratégicos estadounidenses en la región.
Corea del Sur busca tranquilizar a su población, cada vez más nerviosa, sobre el compromiso de Estados Unidos con la llamada disuasión ampliada, en la que los activos estadounidenses, incluidas las armas nucleares, sirven para prevenir ataques contra los aliados.
El Sur no dispone de armas atómicas y mantiene su compromiso oficial con la no proliferación nuclear, aunque en su país crecen los llamamientos para que considere la posibilidad de dotarse de sus propias armas nucleares.
En esta estrategia se enmarcan los simulacros realizados en el Pentágono, que se centraron en "las posibles opciones para responder al uso de armas nucleares" de Corea del Norte.
Sin embrago,
el régimen comunista se enfurece con estos ejercicios que entiende como un ensayo para una invasión.
Después de conocerse el último simulacro, el hermético país lanzó un comunicado asegurando que "las prácticas hostiles y provocadoras" de Estados Unidos "pueden contemplarse como una declaración de guerra".
"La única forma de evitar el círculo vicioso de la escalada de la tensión militar (...) es que Estados Unidos muestre una postura clara y práctica de abandonar su compromiso de desplegar activos estratégicos" y suspenda las maniobras conjuntas, agregó.
Las relaciones entre las dos Coreas se sitúan en uno de sus peores momentos en décadas, tras la llegada a la presidencia de Seúl de un partidario de la línea dura, Yoon Suk-yeol, y los repetidos ensayos armamentísticos del Norte.
El año pasado, el régimen comunista realizó un número récord de lanzamientos de misiles y declaró "irreversible" el estatus nuclear de Corea del Norte.
Además, Kim pidió un aumento "exponencial" en la producción de armas, incluyendo armas tácticas nucleares.
El ministerio de Unificación de Corea del Sur instó a su vecino septentrional a destinar su gasto en defensa a alimentar a una población hambrienta.
El coste de los tres misiles lanzados recientemente "es suficiente para comprar 100.000 toneladas de comida para dos o tres millones de personas vulnerables para unos cinco meses", dijo Lee Hyo-jung, portavoz adjunto del ministerio.