Francia vive momentos complicados.
La muerte esta semana del joven Nahel (17 años) a manos de la policía durante un operativo, desató una serie de manifestaciones que ya han tenido cuatro jornadas marcadas por hechos violentos. Y pese a los llamados de las autoridades, los disturbios han continuado e, incluso, se han agravado. Por otro lado, los principales sindicatos de la policía han defendido su accionar, asegurando que están e
n un "combate" contra las "hordas salvajes".
El panorama no aclara. Desde que comenzaron las protestas la noche del martes se ha registrado centenares de detenidos (solo el jueves hubo 875 arrestos) y heridos, entre civiles y uniformados, así como cientos de edificios atacados y miles de vehículos calcinados. Duro escenario para el Gobierno de Emmanuel Macron, que anunció un despliegue policial de 45.000 agentes en todo el país, mientras que la oposición de derecha y ultraderecha exige que se declare estado de emergencia.
Y si bien Francia ha sido escenario de masivas y violentas protestas en los últimos años -ejemplo claro son las marchas de los "chalecos amarillos" en 2019 y las movilizaciones contra la reforma de pensiones de los últimos meses- los hechos de esta semana hicieron recordar
las masivas, duraderas y problemáticas manifestaciones de 2005, tras la muerte de dos jóvenes musulmanes mientras escapaban de la policía.
Quien gobernaba aquel momento era el derechista Jacques Chirac, cuyo gobierno fue objeto de numerosas críticas por su accionar y los dichos de quien era su ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que llegó a calificar a los manifestantes de "escoria". Fueron en total 19 noches de manifestaciones, enfrentamientos y disturbios, que llevaron al Ejecutivo a decretar estado de emergencia.
Las similitudes entre lo ocurrido en 2005 y esta semana llaman la atención. Tanto la muerte de los adolescentes hace 18 años como la del joven Nahel en 2023 ocurrieron en barrios periféricos de París conocidos como "banlieues" (Clichy-sous-Bois en el primer caso y Nanterre en el segundo), las edades de las víctimas son similares y pertenecen a minorías raciales. También coincide el cuestionamiento a las fuerzas policiales.
Los hechos
Corría la noche del 27 de octubre de 2005. Personal policial acudió al barrio de Clichy-sous-Bois, donde presuntamente se estaba cometiendo un robo. En el lugar había un grupo de jóvenes que comenzó a correr tras ser perseguidos por la policía. Tres de ellos se escondieron en una subestación eléctrica, donde dos murieron electrocutados. El hecho conmocionó a todo Francia.
La muerte de los musulmanes Bouna Traore (15) y Zyed Benna (17) desató una serie de protestas que día a día fueron aumentando en violencia, con vehículos incendiados y numerosos enfrentamientos con la policía. Las autoridades repudiaron estos hechos, pero con frases desafortunadas. Fue así como el entonces ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, trató a los manifestantes de "escoria y gente despreciable".
Sarkozy -que dos años después se convirtió en Presidente de Francia- defendió el accionar policial la noche del 27 de octubre y afirmó que las víctimas no eran
"físicamente perseguidas" por los agentes, teoría que posteriormente fue descartada por la investigación. Las familias de las víctimas expresaron su molestia por estos dichos y evitaron juntarse con el titular del Interior, reuniéndose con otras autoridades.
Las movilizaciones continuaron y se expandieron por toda Francia. El sentimiento era el mismo: la muerte de estos dos adolescentes fue la gota que rebalsó el vaso y esta era una forma de expresar el descontento y el hartazgo ante el trato que recibían en los suburbios. Lamentablemente, los hechos violentos aumentaban noche a noche: al incendio de vehículos se sumaban ataques y saqueos de locales comerciales y edificios públicos.
Las autoridades, lideradas por el primer ministro Dominique de Villepin, seguían haciendo llamados a deponer las manifestaciones. El 5 de noviembre, novena jornada de revueltas, el escenario era preocupante: esa noche se registraron 1.295 vehículos incendiados y 312 detenciones.
Más de una semana después del inicio de las protestas, el Presidente Jacques Chirac se pronunciaba por primera vez en público sobre la ola de violencia: "La prioridad absoluta es el restablecimiento de la seguridad y del orden público", afirmó. El 7 de noviembre, el Gobierno autorizó a los prefectos a aplicar toque de queda. Esa misma jornada, se reportaba la primera víctima mortal por las movilizaciones: un hombre que estaba en coma tras ser agredido por un encapuchado el 4 de noviembre en la localidad de Stains.
Un día después de estos hechos,
Chirac decretaba el estado de emergencia en todo el país, mientras reconocía la existencia de problemas "innegables" en las zonas urbanas más pobres de Francia. Sarkozy, por su parte, pedía a los prefectos la expulsión de todos los extranjeros condenados en relación a esta ola de manifestaciones y disturbios.
El estado de emergencia se extendió el 14 de noviembre por tres meses más, pese a la oposición de sindicatos y numerosas organizaciones sociales. Un día después se registró la última jornada de movilizaciones masivas, poniendo fin a casi 20 días de protestas ¿Pasará lo mismo este año?