Este sábado se cumplen cien días de gobierno del laborista Keir Starmer en Reino Unido, tras catorce años de ejecutivos conservadores, con decepción entre muchos de sus votantes por alguna medida impopular y aceptar regalos mientras pedía sacrificios a la población.
Un sondeo publicado el viernes por el instituto YouGov indica que "casi la mitad de los que votaron al Partido Laborista en las elecciones (47%) dicen que tenían mayores expectativas y se sienten decepcionados hasta el momento".
Otra reciente encuesta del mismo organismo señala que
el 63% de los británicos tiene una opinión desfavorable de los primeros pasos de Starmer, que se hizo con las riendas del laborismo en 2020, con un discurso más de centro, en contraste con su predecesor al frente del partido, Jeremy Corbyn, de un perfil más de izquierda.
Muchas críticas a Starmer en estos primeros cien días, tras las elecciones del 4 de julio, le llegaron por haber aceptado regalos, como vestidos para su esposa, entradas para el concierto de Taylor Swift o para partidos de fútbol, por valor de unos 140.000 dólares desde finales de 2019.
La mayoría de estas donaciones, que son legales y declaradas en el registro del Parlamento, se realizaron cuando Starmer era el jefe de la oposición laborista, aunque siguió disfrutándolas desde su llegada a Downing Street.
Starmer trató de limitar los daños a su imagen devolviendo unas 6.000 libras (unos 7.800 dólares) de esos regalos recibidos.
Supresión de subsidio a jubilados
Esas revelaciones coincidieron con los llamados del Gobierno para que la población se prepare a hacer algunos esfuerzos de cara a las futuras restricciones presupuestarias.
Una de las medidas más controvertidas fue la supresión de un subsidio de combustible energético de invierno para 10 millones de pensionistas.
"Starmer explicó que, debido a que los conservadores habían administrado mal las finanzas gubernamentales, era probable que la vida de la mayoría de los británicos empeorara antes de que alguien notara mejoras. Con ello
pretendía ganar tiempo mientras su gobierno tomaba decisiones impopulares como ésta", explica a AFP
Mark Garnett, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Lancaster.
Al mismo tiempo, el nuevo gobierno, que logró en las elecciones 411 diputados de los 650 en juego, ha lanzado proyectos bien acogidos sobre la reactivación de las energías renovables, la mejora de los derechos de los trabajadores y se ha esmerado en sembrar buenas relaciones con sus vecinos europeos.
Pero los británicos esperan resultados en la mejora de los servicios públicos, sobre todo acabar con las largas listas de espera en la atención sanitaria, un mayor poder adquisitivo y poner freno a la inmigración.
"Proyecto a largo plazo"
Consciente de cuáles son las expectativas de la población, Starmer pidió, en un reciente discurso, paciencia para llevar a cabo "un proyecto a largo plazo".
"Con su enorme mayoría parlamentaria, el gobierno no corre peligro y Starmer puede esperar que él y su partido recuperen su popularidad después de mil días. Pero la población se impacientará a menos que haya mejoras reales en los problemas más apremiantes, especialmente el servicio de salud, el control de la inmigración y los niveles de vida", señala Garnett.
Entre las críticas recibidas se le acusa también de
desalentar la inversión extranjera al repetir que la anterior administración conservadora dejó unas finanzas públicas en un estado "peor" de lo que imaginaba, con un "agujero" de 22.000 millones de libras (29.300 millones de dólares).
Su popularidad en estos primeros meses podría seguir cayendo, ya que el próximo 30 de octubre el gobierno laborista presentará su presupuesto anual y Starmer ya anunció que será "doloroso".
Ante este panorama sombrío, el primer ministro laborista trata de calmar a sus conciudadanos, como hizo durante el congreso del partido a finales de septiembre en Liverpool, afirmando que "hay luz al final del túnel".