SANTIAGO.- Un segundo tiempo en base a un "realismo sin renuncia" anunció la Presidenta Michelle Bachelet el 10 de julio pasado. Su mea culpa por los "errores" de su administración e implementación de las reformas representaron una inflexión a la gestión del Gobierno que ahora tendrá como eje la "jerarquización" en medio de la desaceleración económica.
Así fue como las respuestas "inmediatas" a las polémicas por el
fallido nombramiento del nuevo intendente de Los Lagos o a los dichos sobre el supuesto nexo entre marchas y delincuencia, han surgido como estrategia para evitar conflictos anteriores, como las críticas a la entrega de información parcial de parte de miembros del Ejecutivo ligados al financiamiento irregular de campañas y a las
dificultades comunicacionales para explicar los alcances de los proyectos clave.
"Este tipo de actos por parte del
ministro Burgos y del
subsecretario Aleuy implican el fin de la estrategia de información por goteo (...) por eso los conflictos se extendían por tanto tiempo. Ahora, la opción que han tomado es decir 'miren vamos a cerrar los temas de manera inmediata y para ello necesitamos decir la verdad de manera directa'", sostiene a
Emol el director del Observatorio Político Electoral de la Universidad Diego Portales (UDP), Mauricio Morales.
Ese giro, apunta, a que "los problemas que ellos mismos se generan, los autogoles, sean responsabilidad de las personas que se los hacen y no se los endosen a todo el Gobierno en su conjunto como venía ocurriendo", agregando que "lo que están haciendo los representantes más políticos del Gobierno es estar sirviendo como escuderos de la Presidenta, defendiendo lo poco que queda".
Blindaje presidencial
En la misma línea, el director del Magíster de Comunicación Estratégica de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Juan Cristóbal Portales, plantea que en el caso del ministro Burgos hay "una estrategia de blindar a la Presidenta, pero desde la verdad, asumiendo una nueva desprolijidad en un nombramiento oficial, pero también revelando en sus declaraciones un hecho más dramático: que el Gobierno no cuenta con cuadros políticos y técnicos de calidad y confianza.
"Burgos confió en la información del oficialismo en Los Lagos y se encontró con recomendaciones provenientes de operadores políticos con intereses creados que omitían parte de la verdad (...) Más dramático aún es descubrir una estructura y maquinaria de Gobierno y nombramientos centralizada en la figura de (ex ministro) Rodrigo Peñailillo, dirigida a llenar la administración pública con personajes afines a su G-90 y a funcionar como caja pagadora de favores políticos", agrega.
En el caso del "mea culpa" del subsecretario Aleuy, el experto sostiene que "sus declaraciones iniciales, hablando de la participación de delincuentes en las marchas, fueron calculadas e ideadas para dar un espaldarazo al actuar de Carabineros, a sincerar una realidad y a ponerse de lado de la verdadera 'calle', cansada del clima de inseguridad y creciente violencia".
"Responde a una estrategia calculada. Su perdón actual es a ciertos aliados del Gobierno y a esa falsa calle que es parte del oficialismo (...) Por lo tanto, en esta política del perdón hay un giro del Gobierno, pero estratégico, calculado, dirigido a operar con mayor transparencia, pero también consolidando una nueva agenda para afrontar temas de seguridad o de nombramientos políticos, por ejemplo", complementa Portales.
"Nada que perder"
Para Morales, el que Burgos o Aleuy reconozcan responsabilidades individuales muestran que "están en el terreno de las pérdidas", donde se juegan "el todo por el todo, porque no tienen nada más que perder".
"Las personas que se están inmolando por el Gobierno son probablemente aquellas que no tengan ninguna aspiración presidencial en el corto plazo. Ningún presidenciable del gabinete -que de hecho no existe- no tendría la misma conducta en comparación con ellos", asevera.
Frente a esto, Portales asegura que esta nueva actitud no sólo perjudica al ministro del Interior, sino que también "a la Presidenta, porque a esta altura es muy difícil blindarla". "Lo que se muestra ante la ciudadanía es que hay una desprolijidad tras otra, hay una suerte de descoordinación, una falta de coordinación política que a esta altura es un poco para la risa. Ya ni siquiera hay una condena (...) Eso, lo único que hace es contribuir a seguir minando la credibilidad del Gobierno", esgrime.
¿Y la estrategia de
"realismo sin renuncia" de Bachelet? "Podría interpretarse también como una estrategia de bajar a Bachelet desde la etapa refundacional, hacia lo que realmente ella es: una representante más cercana a la calle (...) Bachelet no es para refundar nada, es para administrar", cierra Morales.